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domingo, 20 de noviembre de 2011

SECRETOS DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA


CÉSAR SÁNCHEZ MALDONADO

El fin último de la ciencia histórica es comprender a plenitud la realidad que se vive en el presente a través del escrutinio exhaustivo del pasado. Es ésta una verdad irrefutable e imperecedera.

Empero, ha de admitirse también el poderoso atractivo que ejercen algunos rasgos de la Historia sobre legos y expertos por igual: Se trata de aquellas anécdotas, datos curiosos o sucesos sorprendentes que rodean a cualquier acontecimiento, proceso o personaje histórico.

En tal virtud, el autor del presente artículo aprovecha el espacio para citar algunos de tales aspectos en la Revolución Mexicana, esperando contribuir con ello a la conmemoración número 101 de tan trascedente episodio histórico nacional, el cual, sin lugar a dudas, marcó las directrices a seguir en el devenir del México contemporáneo.

Pues bien, sin mayores preámbulos, se procederán a enunciar algunos de estos Secretos de la Revolución Mexicana:

- Hubo un individuo cuya fe en la democracia superaba en intensidad a la de Francisco I. Madero. Y, al igual que la fe, su locura era inmensa. Su nombre era Nicolás Zúñiga y Miranda.

Nacido en Zacatecas hacia 1865, jurista y sismólogo, don Nicolás se dio a conocer en 1887, cuando predijo un temblor suscitado el 24 de mayo, teniéndosele al principio por charlatán.

Anunciando un terrible terremoto para el 10 de agosto que destruiría la Ciudad de México, atribuido a una violenta erupción del Popocatépetl y el Peñón de los Baños, logró poner en predicamentos a la población capitalina (las peregrinaciones masivas a la Villa de Guadalupe, la movilización de muchas familias y la irrupción de multitudes a las iglesias buscando el perdón antes del final fueron escenas comunes)

Pero llegó el 10 de agosto y nada sucedió. Pasaron los días en tranquilidad y el descrédito de Zúñiga fue de consecuencias desastrosas para él. Un día, mientras se dirigía a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, fue colgado en vilo en el patio de ésta durante media hora, para ser después arrojado a su fuente central.

Incursionando fallidamente en el periodismo, don Nicolás abrazó la convicción de que era el hombre adecuado para el escenario político mexicano. Desde 1896 (año en que propuso al pueblo un ridículo Programa de Gobierno) hasta 1924, presentó con energía su candidatura presidencial, en medio de la lástima, las risas y la indiferencia del público.

Su locura (que disfrazaba de devoción espiritista) lo llevó a ofrecerse como mediador en la Primera Guerra Mundial. Decía que, con el apoyo de los espíritus de Aristóteles y Alfonso XIII, lograría la concordia entre las potencias beligerantes, aún en contra de la dureza del espíritu del Káiser Guillermo II de Alemania.

- El Plan de San Luis Potosí, documento iniciador de la rebelión del 20 de noviembre de 1910, no era originario de ese estado. Madero, apresado en Monterrey y fugado de San Luis durante la campaña electoral y los comicios de 1910, elaboró y signó dicho pronunciamiento entre el 10 y el 11 de octubre en Texas (y no en suelo potosino el 5 de octubre).

Ahora bien, ¿cómo fue que el Plan de San Luis llegó a México?

Madero se había refugiado en casa de Ernesto Fernández Arteaga y su esposa, María Petre de Fernández. Fue ella quien llevó el documento a nuestro país, escondiéndolo en el cuerpo de una de las muñecas de su hija Irene, de 9 años de edad. El enorme riesgo corrido por ambas tuvo al final su recompensa.

Una situación similar fue la del Plan de Ayala, estandarte de los campesinos del sur, acaudillados por Emiliano Zapata. A pesar de deber su nombre al municipio de Villa de Ayala (en donde a su vez se encuentra el pueblo de Anenecuilco, cuna del mal llamado Atila del Sur), realmente fue formado en Ayoxustla, Puebla. La fecha de su expedición tampoco es clara: El 25 y el 28 de noviembre de 1911 son las fechas que se disputan la verdad (esta última es la que corresponde a la versión manuscrita que se encuentra en el Archivo Zapata).

- La batalla de Ciudad Juárez representó el triunfo de la revolución maderista, y obligó a Porfirio Díaz a renunciar a la presidencia y salir del país. A pesar de ser esto cierto, queda aún un velo por recorrer en la trama de este episodio.

Siendo francos, lo último que Madero quería era una transformación violenta de la nación. Prueba de ello lo tenemos en sus acercamientos previos a Díaz tras la publicación de su libro La sucesión presidencial en 1910 y, ya en vísperas de la batalla de que se habla, en las conversaciones con Toribio Esquivel Obregón y Oscar Braniff (agentes de José Yves Limantour, Secretario de Hacienda de don Porfirio).

Madero había llegado a un acuerdo con Esquivel y Braniff, consistente en once puntos: Renuncia de Ramón Corral a la vicepresidencia (Díaz continuaría como primer magistrado de la República), cuatro ministerios del gobierno federal a cargo de los revolucionarios, libertad a los presos políticos, reformas electorales, permanencia de Francisco León de la Barra al frente de la Secretaría de Relaciones, catorce gobernadores interinos nombrados por los insurrectos, disolución de las cámaras en los dichos catorce estados, evacuación de los federales en Coahuila, Sonora y Chihuahua (que serían reemplazados por fuerzas revolucionarias pagadas por el gobierno), una suscripción nacional para las víctimas, pago de haberes a los rebeldes y una declaración de Díaz y Madero dando a conocer este pacto a todo el país (no sería erróneo considerar esta transacción como una traición).

Llegados a Ciudad Juárez el 20 de abril de 1911, los casi 2,000 revolucionarios maderistas se morían de la impaciencia para atacar la plaza, defendida únicamente por 675 federales, al mando del general Juan J. Navarro, famoso por su crueldad para con los rebeldes (al caer prisionero de los insurrectos, la vida le fue perdonada a Navarro por Madero, en un acto incomprensible para aquellos y que los llenó de rabia; era el preludio de los muchos inexplicables actos de Francisco I. Madero, achacados a la bondad, la inocencia y la debilidad, actos que, como se vio, terminaron por costarle la vida).

Continuando con el desarrollo de la batalla, ésta se inició finalmente la noche del 7 de mayo, una vez rotas las negociaciones con Francisco S. Carvajal (enviado oficial de Díaz), y agotada la paciencia de líderes como Pascual Orozco, José Garibaldi y Francisco Villa. Para el día 10, la ciudad se había rendido, en un abierto desacato a la autoridad de Madero (que no sería el último).

- Muchos fueron los hombres que destacaron en dejar un recuerdo permanente de la Revolución por medio de la fotografía. ¿Y qué hay del bello sexo?

Pues bien, ante tal duda es momento de mencionar a Sara Castrejón Reza, primera fotógrafa del movimiento revolucionario. Le correspondió ese honor tras captar la toma de Teloloapan (Guerrero) por los maderistas Leovigildo Álvarez y Jesús H. Salgado. Además, fue también mérito de Castrejón la primera fotografía revolucionaria tomada en suelo guerrerense.

- La Revolución fungió como una importante fuente de inspiración para la literatura mexicana del siglo XX, especialmente en el género novelístico. ¿Cuál fue la primera novela de la Revolución Mexicana?

La respuesta está en la obra del jalisciense Mariano Azuela. El autor de Los de abajo, había escrito en 1911 Andrés Pérez, maderista, considerada como la primera novela de la Revolución. A pesar del tono conservador y pesimista de la obra de Azuela, no es discutible su inmenso valor como pieza literaria y como reflejo de este importante proceso histórico.

- A primera instancia, pueden parecer completamente inconexos el Risorgimento italiano y la Revolución Mexicana. Pero podríamos decir que esto no es del todo cierto.

La clave, el conector entre ambos se halla en la persona de José Garibaldi, distinguido así de su abuelo, el celebérrimo Giuseppe Garibaldi, cuya figura es indisociable de la unificación italiana. Hijo de Ricciotti Garibaldi, José nació en 1879 y, como varios miembros de su familia, destacaría como guerrillero y revolucionario.

A los 18 años, luchó con los griegos en un frustrado intento por sustraerse del yugo del Imperio Otomano (tiempo después, los búlgaros adoptarían en su bandera los colores de la enseña italiana, en distinción del apoyo a los balcánicos). Tres años más tarde, luchó al lado de los británicos contra los boers –colonizadores de origen holandés- en Sudáfrica (un acto que sus parientes le reprocharon; él se justificó apoyándose en la nacionalidad inglesa de su madre).

Para 1910, José se hallaba ya en México, buscando un lugar en la minería en el estado de Chihuahua. En 1911, se incorporó a la rebelión maderista, en compañía del general sudafricano Benjamín Viljoen y el norteamericano Albert Harrington.

Respetando los revolucionarios mexicanos el grado de coronel que ya ostentaba, José tomó parte importante en la batalla y captura de Ciudad Juárez (acontecimiento que forjó el curso de la Revolución), además de acompañar a Madero en su entrada triunfal a la Ciudad de México, el 7 de junio de 1911.

Terminada su aventura mexicana, José retornó a Europa, involucrándose en la Primera Guerra Mundial combatiendo a los Imperios Centrales (sufrió la desgracia de perder a dos de sus hermanos en la Gran Guerra). Para 1918, había alcanzado el grado de general de brigada.

Opuesto al fascismo de Mussolini, dejó su natal Italia y se estableció un tiempo en Nueva York (lugar ya conocido para él). De nuevo en su patria, fue encarcelado por los nazis durante dos años (1943-1945).

José Garibaldi, destacado extranjero en la Revolución Mexicana, falleció sin herederos en 1950.

- Bien dicen que el que perdona pierde. Ejemplo ilustrativo de ello lo tenemos en la disputa entre Victoriano Huerta y Francisco Villa:

Durante la campaña contra la rebelión orozquista, en 1912, las tensiones entre Huerta y Villa estuvieron a punto de culminar con la muerte de este último. En mayo, y con el pretexto de un robo de caballos perpetrado por Tomás Urbina (lugarteniente de Villa), Huerta exigió airadamente la devolución de los animales, y ante la ausencia de una respuesta, amenazó al Centauro con ejecutarlo bajo el cargo de sublevación.

El coronel Guillermo Rubio Navarrete fue enviado al sitio en donde descansaba Villa para darle muerte, creyendo que éste se hallaba conspirando contra Huerta. Desmintiéndose de las acusaciones, Villa le obsequió a Rubio su espada y su caballo en agradecimiento por perdonarle la vida.

Sin embargo, Pancho no se salvó de ser apresado y enviado a la Prisión Militar de Santiago Tlatelolco, lleno de resentimiento contra Huerta. Fugado de ahí poco después (posiblemente con la ayuda del presidente Madero), se dirigió a El Paso, Texas, de donde retornó a Chihuahua, al enterarse del asesinato de Madero (precisamente por órdenes de Huerta, en el golpe de Estado perpetrado en la Decena Trágica), con únicamente 8 hombres. Para la toma de Torreón, Villa contaba ya con 22,000 hombres para enfrentar a su odiado rival.

Luego de las derrotas de Torreón y Zacatecas (que marcaron el final del régimen huertista), Victoriano Huerta seguramente se dio de topes por no deshacerse de Villa cuando tuvo la oportunidad.

- La Revolución Mexicana dio al mundo el gobierno más corto de la Historia: 45 minutos en donde el Poder Ejecutivo se halló depositado en el abogado Pedro Lascuráin, en la maniobra legaloide de Huerta para hacerse con la presidencia. De las 5:15 a las 6 de la tarde del 19 de febrero de 1913, Lascuráin fungió como mandatario al renunciar a sus cargos Madero y Pino Suárez.

Preocupado por la integridad de Madero, Lascuráin recibió la siguiente respuesta de Huerta: “O se tiene confianza en mí o no. Si no se tiene confianza en mí, es inútil que sigamos hablando”. Sacando un escapulario con una medalla con la imagen de la Virgen de Guadalupe, continuó: “Las puso a mi cuello mi madre. Por el recuerdo de ella, ante estas santas imágenes, juro a usted que no permitiré que nadie atente contra la vida del señor Madero”. Al final, Huerta faltó a su palabra.

- ¿Cuál fue la génesis del Ejército Constitucionalista?

En un principio, las tropas constitucionalistas se compusieron por treinta policías de Saltillo (al mando de Francisco Coss), sesenta individuos de tropa adscritos a la 11ª Zona Militar (dirigidos por Jesús Carranza, hermano del Primer Jefe), unos cuantos soldados que operaban el la línea férrea que iba de Saltillo a Piedras Negras (a las órdenes de Alberto Guajardo, quien no se unió al movimiento) y el 25º Regimiento de la Federación (comandado por el teniente coronel Luis G. Garfias), única fuerza federal que desconoció la usurpación huertista.

Así, el 19 de febrero de 1913 nació el Ejército Constitucionalista (denominado de tal forma en honor a las fuerzas liberales de Juárez, vencedoras de los conservadores en la Guerra de Reforma). Ese día, la legislatura de Coahuila, entidad que gobernaba Venustiano Carranza, emitió un decreto que desconocía al gobierno de Victoriano Huerta y autorizaba al gobernador a insurreccionarse contra su administración espuria. Es por ello que, en la actualidad, se conmemora el Día del Ejército cada 19 de febrero.

- La mala distribución de la tierra fue la causa principal de entre las que desencadenaron la Revolución Mexicana, eso es innegable. Célebre en ese sentido fue la expropiación de un anexo de la hacienda La Sauteña, en el estado de Tamaulipas (que comprendía un 10% del total del territorio tamaulipeco, prueba irrebatible de la expansión de los terratenientes en el Porfiriato), en 1913.

La Sauteña era propiedad de las compañías agrícolas Colombres y Río Bravo, cuyas acciones pertenecían a Íñigo Noriega y otros terratenientes (se decía que Noriega y los demás eran sólo prestanombres nada más y nada menos que de Porfirio y Félix Díaz).

El anexo en cuestión fue el de Los Borregos, siendo sus 151 hectáreas repartidas entre 12 campesinos por órdenes de Lucio Blanco. Venustiano Carranza, que tenía otra idea de la cuestión social de la propiedad de la tierra, declaró nulo el reparto una vez que se enteró del mismo. No obstante, el mensaje de Blanco ahí quedó para la posteridad.

- Quizás fue en la Revolución Mexicana donde se dio el primer bombardeo aeronaval de la Historia. Didier Masson, piloto francés, maniobrando el biplano Sonora, atacó embarcaciones huertistas en Guaymas (Sonora) el 30 de mayo de 1913. Repetiría estos ataques en Topolobampo. El biplano fue adquirido por el mismo Masson para los revolucionarios, pues se trataba de un contrabandista y mercenario consumado, que luchó contra las fuerzas huertistas entre mayo y agosto de 1913, dejando al capitán Gustavo Salinas (sobrino de Carranza) a cargo del Sonora después de haberlo instruido en el pilotaje del mismo.

En 1915, Masson se incorporó al Escuadrón Lafayette, tropa del aire que auxilió a la Entente en la Primera Guerra Mundial.

- Inexorable es comentar, siquiera escuetamente, algo acerca de la División del Norte, la tropa más popular de la Revolución Mexicana. ¿Cuál fue su origen?

El 29 de septiembre de 1913, en la hacienda de La Loma (en la Comarca Lagunera), vio la luz la División del Norte, formada al comienzo por guerrilleros pertenecientes a brigadas que operaban en Chihuahua, Durango (de donde era nativo Francisco Villa, su líder nato) y Coahuila. Ese mismo día, se decidió el asalto a Torreón, empresa en la que las huestes de Carranza habían fracasado en julio de ese mismo año.

La División del Norte, primero aliada y después enemiga de las Divisiones del Noroeste (a cargo de Álvaro Obregón, el genio militar de la Revolución) y del Noreste (al mando de Pablo González, pésimo militar, político mediocre y excelente intrigante, responsable del asesinato de Zapata y apodado “Pablo Carreras”, en honor a su dudosa valentía en el combate), se disolvió el 25 de diciembre de 1915 en la hacienda de Bustillos (Chihuahua), diezmada y derrotada por los obregonistas, pero dueña ya de una leyenda imborrable.

- Es común que todo aquel lector del Diccionario del diablo, de Ambrose Bierce, caiga cautivado ante su lectura. Pues bien, fue precisamente en el torbellino de la Revolución en donde se perdió la huella de Bierce (su fallecimiento sigue siendo un misterio).

Bierce, quien en su juventud tomó parte en la Guerra de Secesión enfrentándose a los confederados, partió a México el 2 de octubre de 1913. En noviembre llegó a Ciudad Juárez, ya tomada por Villa. Acompañó a la División del Norte en la toma de Chihuahua y, el 26 de diciembre, escribió su última carta, en la cual avisaba que estaría en Ojinaga al día siguiente (tras varios días de sitio, Ojinaga cayó, impotente al empuje villista). A sus 71 años, Ambrose Bierce desapareció en tierra chihuahuense.

- Fue muy común en la contienda revolucionaria la acuñación de moneda y emisión de billetes por parte de cada una de las facciones beligerantes. Una moneda de entre ellas merece atención especial por los trágicos efectos que tuvo.

En plena lucha contra Victoriano Huerta, los constitucionalistas Calixto Contreras y Severino Ceniceros (auspiciados por Francisco Villa) pusieron en circulación una moneda muy particular, cuyo diseño era el siguiente: En una de sus caras, con un gorro frigio radiante en el centro, se hallaba la leyenda “ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. UN PESO. 1914”. Hasta ahí no había nada raro. Las complicaciones las provocó su lado opuesto, en donde, alrededor del escudo nacional, otra leyenda rezaba “EJERCITO CONSTITUCIONALISTA. MUERA HUERTA”.

Al enterarse, las represalias de Huerta llegaron al extremo de ordenar la ejecución inmediata de todos aquellos que portaran alguna de estas monedas. Por suerte, su circulación y la dictadura huertista no duraron mucho.

- Múltiples fueron los casos de odios y rencores personales entre los protagonistas del conflicto armado. No pocos de ellos devinieron en terribles tragedias. Dentro de este rubro, merece particular atención el saqueo e incendio de Molango (Hidalgo), el 4 de diciembre de 1914, perpetrado por los hombres del carrancista Manuel Treviño, y en acción de venganza hacia el supuestamente pueblo natal del célebre general Felipe Ángeles.

Lo curioso del caso es que los habitantes del pueblo de Molango no sólo sufrieron la injusticia de Treviño, sino que pagaron también el precio de su ignorancia. Bastante conocido era entre los enemigos de Ángeles que éste no era originario de Molango, sino de Zacualtipán.

- Memoria de nuestra Historia se encuentra en todas partes. Al detenernos en el nombre de una calle cualquiera, podemos comprobarlo fácilmente.

Centrándonos en la Revolución, el paradigma por excelencia lo tenemos en la calle de Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El 8 de diciembre de 1914, estando ocupada la capital de la República por las fuerzas convencionistas (es decir, las de la alianza Villa-Zapata, que en ese momento disputaba la hegemonía con el binomio Carranza-Obregón), la antigua calle de Plateros tomó el nombre del apóstol de la democracia, el finado presidente Francisco I. Madero.

Francisco Villa, entre lágrimas, fue quien remachó la placa con la nueva designación (recuérdese la enorme devoción de Villa hacia Madero).

El legado histórico de la calle, que ya era amplio, se incrementó. Entre otros datos, fue por la calle de Madero (antes de Plateros, San Francisco y de la Profesa) en donde Iturbide, los invasores norteamericanos de 1847, Santa Anna, González Ortega, Juárez, Díaz y el mismo Madero realizaron algunas vez entradas triunfales o grandes eventos. Curiosamente, personajes distinguidos que omitieron esta vía de entrada a la Plaza Mayor fueron los emperadores Maximiliano y Carlota (ellos prefirieron entrar por Tacuba).

- Muy cerca estuvo Pancho Villa de incorporar a sus fuerzas un submarino e inaugurar una nueva modalidad en la conflagración. En febrero de 1915, le fue ofrecido en venta a Enrique C. Llorente (agente del Centauro en Washington) un submarino por la cantidad de 340,000 dólares.

Su velocidad máxima de ocho nudos, sus tres tubos lanza-torpedos, su capacidad para albergar a un oficial y siete tripulantes, así como su límite de cobertura de 850 millas, eran cualidades nada despreciables. Los vendedores norteamericanos se dirigieron a Llorente una vez que se abstuvieron de ofrecer el submarino a las tropas rusas, que en ese momento se hallaban combatiendo en la Primera Guerra Mundial.

Aunque la idea no entusiasmó en demasía a Llorente, se lo comunicó a Villa y trató de auscultar las posibilidades de compra, viendo en el submarino un poderoso instrumento para el bloqueo de Tampico (en ese entonces en poder de los constitucionalistas) y el cobro aduanal a buques ingleses y norteamericanos que cargasen petróleo mexicano.

Al final, el asunto quedó simplemente en eso, pues Villa no respondió. Ni siquiera se molestó en remitir un acuse de recibo.

- Álvaro Obregón pasó a la Historia como el manco de de Celaya. No obstante, algo hay de erróneo en este mote. Donde realmente el sonorense sufrió la pérdida de su brazo derecho fue en los linderos de la hacienda de Santa Ana del Conde, ubicada más al noroeste.

Fue ahí donde, el 3 de junio de 1915, mientras se dirigía del campanario de la hacienda a la línea del frente, una granada villista se cobró la extremidad del mejor hombre de Carranza. Su primera curación corrió a cargo del doctor Jorge Blumm dentro de la hacienda. Posteriormente, ya en el Cuartel General de Trinidad, en el carro 600 del ferrocarril, el médico personal de Obregón (Enrique Osornio) se hizo cargo del herido.

Dos anécdotas rodean a este suceso: La primera de ellas, se refiere al inmediato intento de suicidio de Obregón al pegarse un tiro a la sien (para su fortuna y la de los constitucionalistas, no había bala en la recámara; hay que recordar que Obregón fue el verdadero vencedor –y no Carranza- del bando convencionista, y quizás el mejor estratega militar de la Revolución).

La segunda anécdota trata del comentario alusivo al hecho que el mismo Obregón hizo durante una entrevista concedida por el caudillo en 1919: “Encontraron mi brazo cuando sacaron una moneda de oro y éste se levantó para agarrarla”.

- Una predicción singular fue la del periodista norteamericano John Reed, quien, al enterarse de la “expedición punitiva” comandada por John Pershing (quien después liderará a las tropas estadounidenses enviadas al frente europeo en la Primera Guerra Mundial) para cazar a Pancho Villa, comentó: “Para la infantería, acosada por las bandas guerrilleras, con insuficiente transporte ferroviario, poco agua y nada de comida, yo pensaría que encontrar a Villa sería una tarea imposible de cumplir”. El vaticinio del autor de México insurgente y Diez días que estremecieron al mundo no pudo ser más acertado.

La expedición de Pershing (en un comienzo integrada por 4,800 hombres y después aumentada hasta llegar a los 10,000) fue la respuesta del presidente norteamericano Woodrow Wilson al ataque de Villa a Columbus, Nuevo México, en represalia al reconocimiento de Wilson al gobierno de Carranza.

Una vez retirados los soldados estadounidenses tras el fracaso de su misión, Pancho exclamó: “Ese Pershing vino aquí como un águila y se fue como una gallina mojada”. Frase bastante acertada.

- Data de tiempos de la Revolución el Primer Congreso Feminista en México, efectuado en Mérida, Yucatán, en enero de 1916. Lo presidió Adolfina Valencia, siendo su secretaria Consuelo Ruz Morales. El general sonorense Salvador Alvarado, en ese entonces gobernador de Yucatán, fue su principal promotor.

Alvarado, fundador del Partido Socialista Obrero en 1916, fue también responsable de un reglamento sobre la prostitución en Yucatán, que causó bastante estupor entre la población debido a su enfoque.

Entre los lineamientos del reglamento citado, se hallaban la implementación de pabellones especiales destinados al tratamiento de las enfermedades venéreas, la prohibición para establecer burdeles y vender bebidas alcohólicas en los sitios en que se ejercía la prostitución, la desaparición de “padrotes” y “madames”, anulación de las deudas contraídas con las prostitutas para con éstos, la inscripción de las meretrices a una Junta de Santidad mediante la entrega de un certificado de buena salud, la constante inspección médica de estas mujeres por conducto de una cartilla a sellarse, previa revisión médica, dos veces por semana.

Pocos, muy pocos, fueron los revolucionarios con una conciencia social y visión progresista como la que mostró Alvarado, quien moriría apoyando la frustrada rebelión delahuertista, pocos años después.

- 1916 regaló a los mexicanos un par de victorias sobre los estadounidenses (las cuales se sumaron a las conseguidas en San Pascual, Mulegé y El Calabozo, durante la guerra de 1846-1848), dentro del ambiente de tensión que ha caracterizado a las relaciones entre ambos países.

Reinando un clima de indignación entre los nacionales, merced a la intervención norteamericana en busca de Francisco Villa, los estadounidenses fueron vencidos un par de ocasiones en Parral (abril), donde la población expulsó al general Tompkins, que perdió a dos de sus hombres.

El 21 de junio, en El Carrizal, el Segundo Regimiento de la Brigada Canales, al mando del general Félix Uresti Gómez, derrotó a las dos compañías de dragones negros (fogueadas en la Guerra de Filipinas) del capitán Charles T. Boyd, luego de que éste partiera rumbo a Villa Ahumada tras haber sido advertido previamente por los mexicanos de no avanzar hacia el interior.

Pasadas más de tres horas de combate, los mexicanos vencieron, pese a hallarse en evidente desventaja.

- Un hecho lamentable fue la represión carrancista a la huelga general de la Casa del Obrero Mundial y el sindicato de electricistas (primera de la Ciudad de México), el 1º de agosto de 1916. Los inconformes reclamaban el pago en oro de su trabajo, pues la constante devaluación de los billetes era intolerable para ellos. El corte del suministro de la energía eléctrica encolerizó a Carranza, que mandó la ocupación de la sede de la COM, la incautación de su archivo, el encarcelamiento de los miembros del comité de huelga y la ejecución del líder de los electricistas, Ernesto Velasco, amparándose en la ley juarista del 25 de enero de 1862 contra los traidores a la Patria.

Afortunadamente, los presos fueron liberados y la vida de Velasco respetada; por desgracia, la COM desapareció.

Creada en septiembre de 1912 en la capital del país, la COM organizó la primera manifestación obrera en la urbe, que consistió en una marcha de la Plaza de la Constitución al Hemiciclo a Juárez, el 1º de mayo de 1913.

Atacada por los gobiernos de Madero y Huerta, logró resistir e inclusive le fue asignada la sede del Jockey Club (en donde se asienta la Casa de los Azulejos) en octubre de 1915, una vez que se llegó a un acuerdo con Carranza y Obregón y los obreros contribuyeron a la lucha contra Villa formando los denominados “batallones rojos”.

En la Revolución Mexicana, lamentablemente, no puede hablarse de una unión proletaria, pues, por ejemplo, los obreros (adictos muchos de ellos al anarcosindicalismo) no podían comprender la religiosidad y localismo de los campesinos, siendo ellos de postura anticlerical e internacionalista.

- La Revolución no estuvo exenta de proezas personales, muestras de audacia y valor individual. El escape de Álvaro Obregón de una astuta trampa de Carranza nos lo demuestra.

En el proceso del general ex-felicista Roberto Cejudo, acusado de traición, se requirió la presencia de Obregón, como testigo, en la Prisión Militar de Santiago Tlatelolco. Corría el 11 de abril de 1920.

Mientras se juzgaba a Cejudo, el general Juan Barragán acusó a Obregón de estar coludido con el enjuiciado en un complot para derrocar al gobierno de Carranza (quien, dándole la espalda al vencedor de su enemigo Villa, decidió apoyar al ingeniero Ignacio Bonillas como candidato presidencial). Además, el fiscal presentó al tribunal una carta de Cejudo a Obregón como prueba de la acusación.

En un instante, Obregón pasó de ser testigo a acusado. De inmediato comprendió la jugada de Carranza. Pero el Varón de Cuatro Ciénegas no contaba con el ingenio del que alguna vez fuera maestro y comerciante de garbanzos, oriundo de Huatabampo.

Suspendida la sesión para el día siguiente, Obregón se refugió en la casa de Miguel Alessio Robles, la cual estaba bajo constante vigilancia policial. Fue en esa residencia donde Obregón se enteró de la rebelión de Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles contra el gobierno carrancista. Esto le hizo tomar a Obregón la decisión de fugarse.

Esa noche, Obregón salió de la casa en un auto ocupado por Rafael Zubarán Capmany, el líder sindical Luis Napoleón Morones y el propio Alessio Robles, seguidos de motociclistas policiales.

Al pasar por un parque, Obregón saltó del auto y se escondió entre unos arbustos. Fue trasladado en otro auto a la Estación Buenavista del ferrocarril, donde se disfrazó de ferrocarrilero (con su paliacate rojo, la linterna de mecha en la mano izquierda y un abrigo que cubría la falta de su brazo derecho) y, en un vagón de gallinas llegó hasta Iguala (Guerrero), en un acto que marcó el principio del fin de Venustiano Carranza, pues a partir de entonces, Obregón estaba virtualmente al frente de la rebelión auspiciada en el Plan de Agua Prieta. A don Venustiano le quedaría poco más de un mes en la presidencia (y con vida).

- La ironía fue característica (casi omnipresente) entre los revolucionarios; esta afirmación hace traer a colación algunos eventos: Por ejemplo, es poco conocido que Francisco I. Madero y su esposa, Sara Pérez Romero, fueron padrinos en la boda de Emiliano Zapata y Josefa Espejo, en 1911.

Siguiendo con Madero, durante la Decena Trágica tuvo la oportunidad de detener a Victoriano Huerta, quien terminaría por traicionarlo y ordenar su homicidio. Descubierto el entendimiento entre Huerta y los alzados en la Ciudadela por Gustavo A. Madero, hermano del presidente, Huerta fue desarmado y llevado a la presencia del mandatario a las 2 de la mañana del 18 de febrero de 1913; Madero, guiado por su típica benevolencia, se limitó a devolverle el arma retirada a Huerta y decirle: “Señor general, tiene usted veinticuatro horas para demostrarme su lealtad”, dejándolo ir. Sería el más craso error de su vida (y el último).

En la tarde de ese día, como todos sabemos, Madero y el vicepresidente Pino Suárez fueron aprehendidos en Palacio Nacional y asesinados en la parte trasera de la Penitenciaría de Lecumberri cuatro días después. Peor suerte corrió su hermano.

Gustavo Madero fue apresado también, junto al intendente de Palacio Nacional, Adolfo Bassó. Llevados a la Ciudadela en la madrugada del 19, fue golpeado y vejado con crueldad por sus custodios. Uno de ellos, un soldado apellidado Melgarejo, asestó un terrible golpe de bayoneta sobre el único ojo sano de don Gustavo (era apodado “Ojo Parado” por sus enemigos). A la acción ruin de Melgarejo le siguieron tiros y bayonetazos de los demás soldados. Antes de morir, el hermano del presidente había recibido 37 heridas, crimen sintomático de la saña con que Huerta se encargaba de quienes se cruzaban en su camino.

Curiosamente, el 29 de junio de 1962, la tumba de Madero fue visitada por John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos que, al igual que don Francisco, caería asesinado en circunstancias bastante turbias.

Cambiando de personaje, no puede dejarse pasar la macabra premonición de Pancho Villa cuando, al morir Carranza y deponer las armas ante el gobierno provisional de Adolfo de la Huerta en 1920, le fue otorgado el rancho de Canutillo, sitio desde el que visitaba continuamente la ciudad de Parral.

Tanto le fascinaba Parral al Centauro, que una vez llegó a mencionar: “Me gusta hasta pa’ morirme”. Tres años después, la frase se cumplió, pues fue ahí donde lo asesinaron, en el tiempo en que la Revolución no paraba de devorar a sus propios hijos.

Por último, ha de comentarse que, en 1976, a instancias del PRI, partido hegemónico del momento, se intentó trasladar los restos de Emiliano Zapata (en Cuautla, Morelos) al Monumento a la Revolución, para ser sepultados junto a los de Venustiano Carranza, quien fuera en vida su encarnizado enemigo y a quien más le interesaba su asesinato. Más allá de la ironía, esto último raya en el más cruel de los sarcasmos que la Historia puede ofrecernos.

- Por mucho tiempo fue un misterio el segundo nombre de Madero. La I que seguía su primer nombre siempre fue campo para la especulación. Sus detractores la tenían por la inicial de Ingenuo o Inocencio, y por bastantes años se tuvo por cierto que el segundo nombre de don Francisco era Indalecio. Fueron los documentos quienes se encargaron de rebatir esta creencia y decirnos la verdad.

Nacido el 30 de octubre de 1873, Madero fue bautizado en el templo de Santa María de las Parras, Coahuila. Hijo de Francisco Madero y Mercedes González, el niño recibió los nombres de Francisco Ignacio, según consta en el archivo parroquial de tal templo.

- La Revolución aportó nuevos vocablos al léxico nacional, siendo algunos de los más significativos carrancear (robar), el avance (lo robado), el curro (el burgués), y el pelón (término para referirse al soldado federal).

- Inmortal fue la impronta que en el imaginario popular dejaron los Dorados de Pancho Villa. ¿Cuál era la conformación de esta tropa y por qué se les conocía de ese modo?

Para responder a la primer interrogante, se dirá que los Dorados conformaban un cuerpo de élite dentro de los hombres de Villa. Cien hombres escogidos por él mismo, divididos en tres facciones a cargo de un general cada una, los cuales a su vez respondían ante un superior. Si bien disfrutaban de bastantes prerrogativas, su disciplina era estricta, y se encargaban, entre otras cosas, de evitar la fuga de los villistas en el campo de batalla (colocándose a la retaguardia y eliminando a todo aquel que intentara huir en los momentos de adversidad en la lid) y fungir como guardia personal de Pancho.

En lo relativo a su designación, ha de asumirse su origen como algo poco claro, y difícilmente pueda llegar a dilucidarse por completo. Entre las versiones existentes, están las que atribuyen el mote de Dorados al hecho de que se les pagaba exclusivamente con monedas de oro, a la asociación comparativa con los Plateados (grupo de maleantes que asolaba el norte del país), a la burla hacia el maltrato perpetrado por el sol a su piel, al préstamo del nombre a la escolta del general Trinidad González, o simplemente al color caqui de su uniforme, unido al reflejo solar en sus cartucheras.

- ¿Alguien pudiera imaginarse al famosísimo actor Marlon Brando encarnando a Emiliano Zapata? Créase o no, quien inmortalizara a Vito Corleone en El Padrino interpretó a Zapata en 1952, en la película Viva Zapata!, dirigida por Elia Kazan y cuyo guión corrió a cargo de John Steinbeck, Premio Nobel de Literatura en 1962.

Otro actor, esta vez mexicano, quedó asociado a Francisco Villa. Sí, se trata del legendario Pedro Armendáriz, quien además de su extenso historial en el cine mexicano, llegó a participar, junto a Sean Connery, en el segundo filme de la ya larga saga de James Bond, el agente 007. Se trató de From Russia with love (1963).

- Automáticamente, viene a nuestra mente la figura de la “adelita” al pensar en la Revolución, ¿pero quién fue la mujer que sirvió de inspiración a este elemento de la cultura nacional?

Su nombre fue Adela Velarde, quien a los 14 años de edad salió de Chihuahua para incorporarse a la Cruz Blanca. Militó a las órdenes del general Armenta, que operó en Durango en Sinaloa. La memorable melodía surgió tras la toma de Culiacán.