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domingo, 20 de noviembre de 2011

LOS HÉROES SILENCIOSOS


GISELLE ROQUE SÁNCHEZ

Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa, Carmen Serdán y muchos más relevantes nombres en estas fechas son de nuevo desempolvados o extraídos de la memoria albergada en los libros, la conmemoración marcada en nuestro calendario está. Una y otra vez vuelven a ser ellos, los líderes, los personajes principales de una historia que no termina de ser la misma, pero ¿qué hay de todos aquellos que creyeron en esta causa?, ¿en dónde están aclamados los nombres de las mujeres y hombres quienes se enlistaron en una batalla con el objetivo de libertad?, ¿quién recuerda a los miles de héroes enterrados lejos de la glorificación? –Nadie… nadie reconoce el valor de las armas que portaban nuestros indígenas, nuestros campesinos, nuestras mujeres, nuestros verdaderos guerreros quienes siguieron una causa, un objetivo, quienes hicieron realmente la revolución.

Vaya que eran tiempos difíciles en nuestra nación (lo siguen siendo), no importó el nivel cultural ni la posición social, no importó el rango económico, no les importó lo que perderían, sino a lo que apostaban; no les importó perder la vida, les importó dar vida a un país; quisieron personificar la libertad, buscaban saciar su sed de justicia, no importaba quién los dirigiera, pues el corazón y quizá la poca razón guiaba cada grito de esperanza, encaminaba su destino al olvido, a la muerte…

Días de lucha, noches de angustia, pero los héroes anónimos nunca perdieron ese ideal, ese que poco a poco se aleja de nuestros sueños. Muchos de nuestros revolucionarios contaban con armas inferiores a las del ejército federal, sin embargo era más grande ese deseo de triunfar que no importó con el arma que contaran, pues eran más valientes que un ejército respaldado en un entrenamiento, entrenamiento que sólo obedece órdenes y no la reflexión, no obedece a un principio de justicia; responde tan sólo a un susurro, a una orden, a una voz ausente de moral.

¿Líderes?, ¿héroes?... Pensando siempre en un interés para convertirlo en una necesidad social y obtener la carne de cañón, el respaldo que asegura una victoria, un discurso para envolver y contagiar esa rabia ante la dictadura, ante la autoridad y las reglas que sólo presionan ideas, que suprimen letras, que callan voces, que decretan conformismo, pensando así algunos epígonos del movimiento revolucionario se olvidaban de los luchadores callados en penumbra y sin reflectores.

¿Dónde quedaron esos hombres y mujeres que dejaron hijos y amores para acariciar una utopía?, ¿hay alguien que aún los llore?, ¿habrá alguien quien recuerde sus rostros? La misma historia se encarga de recordarte o de borrarte…

¡Sigan luchando! ¡No se detengan y hagan frente al enemigo! ¡Fuera el dictador y viva la revolución!

¿Lo hemos olvidado? Me dijeron entre libros y cuadernos la creación de una Constitución, que hoy en día es ultrajada; me contaron sobre hombres que pelearon y murieron por opinar. Hoy observo correr la sangre y no hay a quien admirar o seguir en esa lucha por el ideal; soñamos con un cambio sin mover un solo dedo. Aplaudimos las acciones de los demás, y nada más…

¡Héroes, los convoco a levantarse! A seguir luchando para no seguir recordando; no vivas en el pasado. Ahuyenta miedos a través de los sueños. No vivas en el ayer. ¿Por qué hemos dejado las poderosas armas de las letras? Hemos olvidado quiénes somos o quizá dejamos de ser para convertirnos en los demás…

Rojo carmesí decora las calles y los héroes no se han levantado, hemos aprendido a ahogar gritos de reclamación mientras cada quien hace su lucha como puede.

Héroes olvidados y silenciosos que no reclamaron un poder político, sólo equidad; quienes no pidieron una estatua en algún paseo, héroes con más grado de honor y admiración que no fueron inmortalizados en libros ni museos, pero sé que detrás de cada movimiento, de cada líder, de cada grito ustedes estaban ahí, sin mirar abajo, construyendo su propio porvenir, misión que hemos olvidado para industrializarnos en un mundo en el que sólo sobrevive “el mejor”.

¿Revolución? Años que terminó y no debiera de ser así, la lucha siempre debe mantenerse, no olvidar esfuerzos, no olvidar derechos que fueron ganados y bañados en sangre. En ceremonias, todos escucharemos con atención sin llegar a una reflexión de nuestra identidad para nuevamente gritar: ¡Viva Madero! ¡Viva Zapata!, sin contar con un solo nombre que encerraba valor, moral, amor por una tierra que los vio nacer y los acogió para morir.

¿Recuperando la memoria? Nos quedaremos entonces ahí, sólo para leerla, para recordarla e ir a dormir sin nada que hacer por un país que nos pide levantarnos de nuevo y no decepcionar a quienes cayeron por ser esclavos de la libertad y dictadores de paz y justicia social.

La verdadera revolución no se hace a través de las armas; se gesta a partir de las letras que crean pensamientos innovadores, que crean conciencia social sin necesidad de ser mortal.

Héroes silenciosos olvidados por toda una nación, héroes silenciosos sedientos por una misión, héroes silenciosos dignos de admiración, de respeto, de honor; héroes que merecen más de un minuto de contemplación, héroes silenciosos perdidos en tumbas que tal vez no lleguemos a visitar, pero estamos obligados a continuar con esa lucha social para volver a nuestra verdadera identidad y no defraudar a los que nos han dado un poco de libertad.