PENDEJOLANDIA EN SORIANA
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Una estampa, una imagen es suficiente para retratar y
exhibir por completo a la especie humana. O debo decir, a los latinos; o debo
decir a los mexicanos. Miles de ellos abarrotando algunas tiendas Soriana desde
el viernes 29 de junio (2 días antes de la elección). Para el martes (2 días
después) seguían los tumultos. Nadie me contó. Yo lo vi. Cuando por los medios
(honestos) me enteré a qué se debían, no pude evitar algunas comparaciones en
donde a todas luces ellos (los que vendieron su voto y por ende su dignidad)
salen perdiendo. Me acordé de los niños hambrientos de África apretujándose en
una lucha encarnizada por alimento enviado por organizaciones humanitarias,
pero estos niños tienen hambre. Me acordé de los haitianos arremolinándose en
torno a una camioneta buscando alimento y agua enviados por naciones
solidarias. Pero esas personas sufrieron una catástrofe natural que los
devastó. Bueno, me imaginé a los pollos corriendo todos en bola hacia el punto
donde cayó el alimento que les arrojan, pero los pollos son animales.
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¿Qué explica entonces la actitud de esas miles de
personas que vendieron su derecho político más preciado (el voto) por una
tarjeta con saldo que va desde los 100 hasta los 3 mil pesos? Entre otras cosas
IGNORANCIA, pues son gente que por múltiples razones, entre ellas la apatía por
buscar información veraz, sólo saben y creen lo que los medios electrónicos,
mentirosos y manipuladores, les inyectan en la mente. CODICIA IRREFLEXIVA: Tristemente
estas personas estiran la mano para recibir un beneficio económico que les
obnubila la razón y ni por un instante llevan a cabo un ejercicio de
razonamiento que les permitiría concluir que de haber votado por el candidato
de la izquierda ese beneficio económico se habría visto multiplicado. En la
ciudad de México los adultos mayores reciben una cantidad mensual por
implementación de programas sociales impulsados por el gobierno capitalino (del
PRD desde hace 15 años) ¿No ocurre lo mismo con los estudiantes de
preparatoria? ¿O con las madres solteras?
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También habría que mencionar la GANDALLEZ. El mexicano
es gandalla por naturaleza. Es ojete. No son pocas las personas que usaron su
tarjeta no sólo para comprar, sino para burlarse del que no la obtuvo, pues en
su mente pequeñísima creen que todos habríamos prostituido nuestros derechos si
hubiésemos tenido la oportunidad. El eterno mexicano, ese que siempre quiere
ser el primero no importando pisotear a los demás. Primero yo, después yo y al
último yo. Mientras yo esté bien, que los demás se jodan.
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Y que no me vengan con que la gente lo hizo por
necesidad. Ninguna de esas personas se hubiese muerto de hambre si se le escapa
su tarjetita. Las escenas vistas en las tiendas lo demuestran. Gente usando
su(s) tarjeta(s) para comprar electrodomésticos, artículos superfluos, o
simplemente comprobando su saldo existente con una mirada en sus ojillos llenos
de avaricia, de codicia, casi, casi perrunamente salivando.
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Aaaah qué ganas de ejercer la discriminación! No se
vale el desprecio del rico hacia el pobre, del guapo hacia el feo, del rubio
hacia el moreno…pero ¿por qué no ejercer el desprecio del racional hacia el
imbécil? Finalmente su decisión no sólo los perjudica a ellos, nos perjudica a
todos. Fregaron al país, jodieron el lugar donde habito y todos sufriremos las
consecuencias.
Pero no. No caeré en esa tentación. Mi naturaleza y mis principios me lo
impiden. Finalmente, como lo dije cuando comenté el primer debate entre
candidatos presidenciales, me aferraré a pertenecer a esa isla democrática y pensante
que es el DF, aunque ésta esté en el mero centro de lo que ahora en adelante
debería llamarse Pendejolandia, República de los pendejos o Estamos hUndidos
Mexicanos.