JOSÉ ARTURO COCA SALINAS
18 de octubre de 2011
A LA MEMORIA DE MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA.
Raymundo y Luciano eran originarios del mismo pueblo, un pueblo perdido entre la serranía, tanto que los mismos ciudadanos del estado ignoraban el nombre y su existencia. Sin embargo comerciantes visionarios del mismo y otros estados cercanos y lejanos así como extranjeros, sentaron sus reales en el pueblo diversificando la industria y el comercio.
Corría el año de 1941 y Raymundo se salió de la escuela, estaba por terminar el segundo año de primaria, vio que su mamá no podía sola con la carga y decidió ayudarla, el chamaco era astuto, de mente ágil, habilidoso en todo lo emprendido. Su mamá elaboraba pan, por lo cual temprano, recorría las montañas circundantes en busca de leña para el horno, en la tarde ofrecía el pan cambaceando, usando mil artimañas para convencer a la gente, la cual por la gracia causada le compraba, regresando con la caja vacía en las tres vueltas dadas. Aun así la situación para los dos era limitada.
Pasados cinco años Raymundo se dedicó a la venta de ropa, su madre se cansaba y además el médico prescribió reposo y no más exponerse al horno. El modus operandi era llegar a la tienda de don Jorge, le compraba diversas prendas y a la salida de la tienda sobre la banqueta, tendía una manta de hule y allí exponía la ropa, vendía la mayor parte; esto le causaba fruición a don Jorge y lo permitía, hacía de cuenta que era su vendedor.
Cierta tarde platicando con su amigo Licho, éste le dijo que entraría a trabajar al otro día a las 8:00 en el negocio de don Carmelo, Raymundo le preguntó si no habría trabajo para él, Licho le comentó de las dificultades que sorteó para conseguir el trabajo. Al día siguiente Raymundo se dirigió a donde se presentaría su amigo sin haberle consultado nada, don Carmelo le preguntó si se le ofrecía algo, respondiendole buscaba a su amigo Licho, mira son las 8:15 y tu mentado amigo no llega, ¿como piden trabajo y no se presentan?, no lo entiendo, quieres trabajar tú, Raymundo sin ocultar su euforia le respondió que sí, nunca se imaginó obtener un empleo tan pronto.
Mientras del otro lado del pueblo, Luciano de la misma edad de Raymundo estudiaba normalmente, terminó la carrera de Administración de Empresas sin sobresaltos, su papá don Juan era de los agricolaganaderos de la región. Recién concluyó sus estudios don Juan lo posicionó en el Banco del pueblo como gerente general, tenía veinticuatro años, era el año 1957, en 1967 dejó el Banco y entró a trabajar con don Lauro, dueño de la Abarrotera Guajardo, también como gerente general.
Raymundo mientras tanto de barrendero en la Proveedora Serrana, fue escalando puestos, primero como dependiente, después como cajero--tenía habilidad en eso de los números-- y así hasta ocupar la gerenci general, para esto ya tenía treintaiocho años de edad.
Un día don Carmelo harto de estar en la sierra, quiso regresar a su tierra y le propuso a Raymundo hiciera un inventario de toda la mercancía incluyendo los enseres con el valor real y estimado de ambos activos. Terminado el inventario, se lo entregó mecanografiado y pulcramente ordenado. Bueno Raymundo en pago a tu fidelidad, tu esmero y ahínco, la tienda se te queda y esto es lo que me vas a pagar en el tiempo y forma dispuestos por ti, Raymundo se quedó mudo.
Luciano nueve años después de lo sucedido a Raymundo, también se llevó la sorpresa de su vida, don Lauro le propuso casi exactamente lo propuesto años atrás por don Carmelo, se le quedaba la Abarrotera Serrana y en cinco años se la liquidaría.
Raymundo y Luciano no tuvieron amistad a pesar del Club de Leones del cual formaban parte ambos.
Cuando don Juan agonizante llamó a su hijo Luciano quien era el mayor y lo nombró albacea, dandole instrucciones de la repartición de los bienes, días despues del funeral, reunió a sus hermanos y les informó de la última voluntad de su padre, uno de sus hermanos le preguntó de su herencia y en ese momento todos los demás cayeron en la cuenta de que a él no le había tocado nada. A don Juan se le barrió, lo hizo deliberadamente, nunca se sabrá.
A los pocos meses Justino hermano de Luciano se suicidó, siendo soltero no tenía herederos, por lo que sus hermanos determinaron la propiedad de éste sería de Luciano.
Lo único heredado por su progenitor, fueron las francachelas constantes convidando a sus compadres y amigos que no eran pocos y tomaran lo que tomaran el les complacía. Dos de sus hijas vivía en otros estados, cuando quería las mandaba a traer pagándoles los boletos ida y vuelta a ellas y sus familias. Poco a poco la Abarrotera fue mermando hasta quebrar completamente.
Hoy Luciano tiene setentaiocho años, él y su mujer viven de los apoyos otorgados por los gobiernos federal y estatal, con los programas "Setenta y más" y "Nuevo Amanecer".
Raymundo murió recientemente, dejando una fortuna incalculable además de tres seguro para cada uno de los suyos. Un accidente le segó la vida a los setentaiocho años de edad.
El pobre se hizo rico y el rico se hizo pobre; cosas de la vida.