QUADRI ET AL
Octavio Rodríguez Araujo [1]
Por
extraño que les parezca a mis lectores cito de Aguilar Camín (8/05/12) una
oración que me parece la mejor síntesis del significado de Gabriel Quadri: Me
fastidia pensar que lo más parecido a un candidato independiente en estas
elecciones, ha sido el más dependiente de todos.
Aunque no estoy de acuerdo con el concepto candidato
independiente, pues en política no existen, este personaje, salido de las
cloacas del feudo de Elba Esther Gordillo, es, al margen de sus limitaciones
políticas, un ignorante en materia económica, social y cultural. Se quiso
presentar como no político olvidando que estaba haciendo política, primero como
candidato de un partido (altamente cuestionable, pero partido al fin), y
segundo al participar en un debate entre políticos que él trató, desde su
tribuna, como si ser político fuera deleznable (autogol).
Quadri no sólo es un títere de quien lo sacó del
anonimato al hacerlo candidato, sino que es ideológicamente dependiente de los
sectores más retrógradas del capital nacional y extranjero en México. En el
mejor de los casos es un palero de Enrique Peña Nieto y de Josefina Vázquez
Mota al proponer lo que ni ellos se atreverían a plantear so pena de que
quedaran descalificados desde ahora para gobernar este país: la privatización
de todo. (El vendedor del mes, dijo alguien en Facebook.)
Algunos analistas han sugerido que el hombre de la
combi atraerá el voto de los indecisos y de aquellos que han manifestado la
pertinencia de anular su voto o abstenerse. Otros han insinuado que el señor Q
es sinónimo de candidato ciudadano que, en la versión de los iletrados, quiere
decir candidato no comprometido con los partidos políticos que, como todo mundo
sabe, están formados y dirigidos por extraterrestres. Los más limitados en sus
dotes intelectuales han querido dar a entender que Q-combi es un candidato
independiente negando, como él mismo intentó hacerlo en el debate, que ha sido
propuesto por un partido que, dicho sea de paso, es el más dependiente de
todos: es el único que depende exclusivamente de una persona que se ostenta
como maestra sin serlo y es el único, también, que puede ser calificado de
patrimonialista (que propicia la conservación del patrimonio familiar de la
señora Gordillo, diría el diccionario).
A los jóvenes no tan jóvenes, especialmente a aquellos
que les gustan las frases contestatarias sin analizar su contenido, les gustó
el señor Q-Gordillo. Lamentablemente son los mismos que aplaudieron las
puntadas de Vicente Fox en su campaña y luego votaron por él, no porque
prometiera sacar al PRI de Los Pinos (que fue una buena idea), sino porque era
muy ocurrente y directo, como un ranchero con corbata, simpático y
dicharachero.
Estos jóvenes-adultos que aplaudieron frente a la
televisión cada vez que Quadri se lanzaba contra los políticos (sin morderse la
lengua), son semejantes a muchos de los que nutren a los partidos de
ultraderecha y fascistas en Europa sólo porque los partidos tradicionales no
han sabido (o querido) resolver los ingentes problemas que atraviesan esos
países. A estos jóvenes –en su mayoría de clase media– no les preocupan las
propuestas del ingeniero Q-Peña-Vázquez de privatizar todo, hasta las prisiones
y los segundos pisos, pasando (obviamente) por Pemex. No perciben que si por él
fuera 90 por ciento de la población se quedaría sin seguridad social y
educación gratuitas, sin subsidio a los energéticos y al transporte, sin
canasta básica alimentaria, etcétera. No perciben que él propone lo mismo que
Denisse Dresser y Josefina Vázquez Mota: elevar la competencia al primer lugar
de las panaceas para resolver los grandes problemas nacionales. Para ellas y en
buena medida también para Peña Nieto, la competencia es la solución a los
problemas económicos y sociales del país. El papel del Estado como regulador de
la economía, que es un punto medular del discurso de López Obrador, no debe
darse, pues inhibe la sana competencia y la libertad de los mercados.
Para ellos y ellas, con la excepción de Andrés Manuel,
la afirmación del nuevo liberalismo es lo fundamental. Quadri es a la política
lo que Dresser al discurso preferido de las clases medias asustadas e
impotentes ante su proletarización. Se complementan mutuamente y los aplauden
los mismos, es decir, los que no tienen idea de lo que significarían las
propuestas de aquellos de llevarse a cabo.
Al margen de si se desempeñaron con soltura o no en el
debate del domingo, lo único que quedó claro es que se trató de dos proyectos
para el futuro del país. Uno defendido por Peña Nieto, Vázquez Mota y Quadri de
la Torre: el liberalismo a ultranza, y otro por López Obrador: el desarrollo
económico (y no sólo el crecimiento) regulado por el Estado sin marginar a los
empresarios, para disminuir la desigualdad y la pobreza en un marco de defensa
de la nación para beneficio, en primera y última instancias, de los mexicanos.
Nota bene: mi mención a Denisse Dresser no tiene nada que ver con
mis simpatías o antipatías personales, sino que obedece a la influencia que le
reconozco como ideóloga de la clase media más o menos próspera, gracias a un
discurso bien articulado sobre el diagnóstico del país aunque sus propuestas
implícitas y explícitas no las comparta. Viene a cuento en este artículo porque
las intervenciones de Quadri, de Vázquez Mota y de Peña Nieto me llevaron a
recordarla por la similitud de sus planteamientos, especialmente con el
candidato del Panal y su énfasis en lo ciudadano.
[1]
El Doctor Octavio
Rodríguez Araujo es catedrático de la UNAM y uno de los
politólogos más reconocidos en toda América Latina y colaborador cotidiano de
nuestra web. Para todo normalista que desee abrevar en la Ciencia Política de
manera seria, con método y no al, “yo creo” o al “yo pienso” sin investigación
y reflexión previa, nuestro admirado amigo Octavio Rodríguez Araujo es una fuente imprescindible. Su web es:http://www.rodriguezaraujo.unam.mx/enlaces.html