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UN MÚSICO,
UNA NOCHE,
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MILES DE
SUEÑOS E HISTORIAS. [1]
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Alfredo
Villegas Ortega [2]
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17: 45 Estoy en clase y mi mente en otra parte. En
otro tiempo ya estaría en el concierto. Ah, la responsabilidad, el tiempo, eso
que llaman la madurez. No obstante, me escapo 15 minutos antes. Voy por mi
esposa y cambio el saco por una chamarra. Boletos, binoculares. Todo en orden.
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18:40 Saliendo por el circuito interior. Para variar,
caos. Llevo tiempo, no hay problema.
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20:00. Ya valimos. A pesar de sortear Tlalpan por
atajos en la Álamos, Postal y Portales, sólo llegamos a Nativitas. Hay que
dejar el carro. Qué bruto, eso era desde un principio.
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“Ring, ring”. Es Joel: “Fello, ¿ya empezó el
concierto?”. Le comento que es a las 9 y que vamos en camino.
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20:20 Abordamos el tren ligero. La gente literalmente
se arremolina. Hay salidas directas a la estación Estadio Azteca. Bolsos,
gorras, tenis, playeras. Viejos, jóvenes, pobres, niños, clasemedieros. El
crisol es parte de la magia y ya se empieza a vivir.
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20:40 Empezamos a caminar al costado del Azteca
sorteando puestos de camisetas, posters. La adolescente le comenta a la mamá
roquerona: “¡Ay, qué emoción, no lo sientes!” La mamá, más ducha, ni la pela y
siguen –seguimos- caminando, con la gran masa rara. ¿Alienados o
revolucionarios? ¿Conocedores o chabacanos? ¿Qué define a una masa como ésta?
Todo y nada.
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20: 57. Al fin sentados junto a Braulio y su familia
que llegaron desde las 5 de la tarde. “Llegamos al fin, pinche tránsito es un
desmadre”. Cervezas monumentales y aguadas a $80. Cocas de a $40. Maruchan’s
¿de a cómo? Sepa. Nunca me he comido una.
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Pasa el tiempo y el concierto no empieza. Algunas
imágenes proyectadas en las 5 pantallas a lo largo del escenario.
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21: 20 ¿Este güey qué se cree? Se va armar el
desmadre. Nervios. Gente que sigue llegando. Fotos con el estadio de fondo
“¿pa’ subirlas al feis bú no compa?”.
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21:35 Llega Pam la hija mayor de Braulio. “Al fin
llegaste, ahora sí le vamos a decir a Paul que arranque”. Sonrisa
condescendiente.
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21:42. Pam traía su torta bajo el brazo: El Concierto
arrancó a esa hora. Vestido impecable con un saco azul padrísimo Paul y su
grupo entonan la canción homónima y que abre el Album: Magical Mistery Tour.
¡Guau!. La raza se prende. Baila, se para, grita, canta. Los hijos de
Azcárraga, con los hijos de Sánchez; los proles de La UNAM y del Poli con los
conser de la Panamericana y la Ibero; el obrero y el intelectual; el cartero y
el médico; la secretaria y la mesera; el melómano y el snob; el niño y el
sesentón. Sí, Los Beatles dan para todo. Para eso y más. ¿The Beatles? ¿Qué no
es Mc Cartney? Imposible hacerse de lado. Cuando Paul entona esas rolas (y la
masa loca con él) uno siente que el tiempo se estacionó o tal vez que caminó
tan rápido que se adelantó y su vigencia es mero ajuste cronológico: Uno siente
que son The Beatles. Volver al futuro…
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22: 00 El viejo maestro. El odiado por los gruesos
(por fresa y bien portado) y por los conservadores (por grueso y pacheco). El
amado genio para la mayoría. El Baby Face. El virtuoso. El otrora hombre más
rico de Inglaterra, ya tiene el público en sus manos. El delirio es inenarrable. Junior’s Farm, All my Loving,
Jet, Got to get you into my life, rolas y más rolas… “¡Hola
Chilangos, son un público maravilloso…!” La masa responde: “oe oe oe oe, Sir
Paul, Sir Paul, oe oe oe oe, Sir Paul, Sir Paul…” parece Wembley y no el Azteca.
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22: 05 Con un buen español, anuncia una rola tocada
por primera vez en México: “The night before”. Asocio cuando vi Help! con mi
familia por allá del 65, 66. Ya llovió. Aquí está lloviendo. A la gente le vale
sorbete. “¡Lleve su capa pa’ la lluvia!”. Mc Cartney no es cualquier potrillo
del canal de las estrellas. Es importado y original. Un viejo modelo clásico.
Un setentero que parece de 25. ¿No que la mota iba a acabar con toda esa
generación? Curioso. Muchos de esos conservadores que, en su momento se
asustaron, hoy están en primera fila. Para eso es la lana. “Ojalá y cante
Yesterday” (Es que conocen muy pocas). Las canciones, rolas, según el mismo
Paul, se suceden. Let me Roll (al final de ésta se avienta un requinteo para
homenajear a Hendrix. Sí, dirán los conser: “Ese sucio sí murió de sobredosis”
Sí. Y no era sucio, era diferente. Un virtuoso. No todos murieron. No la
mayoría. . Ni sólo en el rock). Aclaro. Paul tocaba el bajo con The Beatles
pero, además, toca guitarra, piano, ukelele. Después de Let me roll, sigue con
Papperback writer aquella que The Beatles presentaron ante los japoneses y el
mundo en aquel concierto del 65.
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22:20. Paul, ya sin saco, se sienta en el piano. “The
long and winding road….”. Las parejitas se acurrucan. Los tokai, bic y criquet
se encienden y apagan, Parecen velas en Janitzio o Mixquic. Se ve cañón. La
gente canta. Sirve el Harmon Hall o el colegio de paga.
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2250. Ya el Azteca es un Orfeón más que un estadio
deportivo. Ahora nadie se acuerda de Pelé dando el pase a Carlos Alberto para
el cuarto gol con el que sepultaron a Italia en la final de México 70. Ni De
Maradona llevándose a todos los -¡oh sí!, perdón Paul- ingleses para anotar
aquel hermoso gol del 86. Hoy no hay siquitibum. Hoy es “¡Oe oe oe oe Sir Paul,
Sir Paul!”.
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23:00 , 23:10: 23:20, etc. Mi hoja donde iba apuntando
es un caos. Se me pierde el orden. No sé, exactamente, cuál sigue. Rolas,
rolas, más rolas. Blackbird con su guitarra de caja. para mí es una de sus
mejores canciones. Sencilla, poética. viene en el Álbum Blanco. Me acuerdo de
amores juveniles. Calla, loco. Lástima. Cuando empieza a agarrar calidez, la
banda (no todos, pero suficientes para mancillarla) empieza a palmear, pensando
que es get Back (rítmica, agresiva) o peor que está en un concierto de Maná o
Luismi y le da en la mother (Lennon, ¿dónde está Lennon.? Presente. Nunca se ha
ido. El dúo compositor de oro de la música popular contemporánea, el balance
perfecto entre rebelión y éxito, música y letras: fenómeno intemporal y transgeneracional).
Cuando Mc Cartney le canta la canción que le dedicó, “ a mi hermano John”,
también con su lira acústica, “Here Today” La gente comprende, ahora sí, lo que
transmite la rola y no palmea, la sigue con un coro emotivo y sentido. El
resultado: un aplauso desgarrador y griterío y chifladera monumental como el
estadio mismo o más grande aún que la mole de concreto. Por ahí, también, I’ve
got a feeling. una rola del Let it Be muy prendida, con partes muy claras de
Paul y otras de John.
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Entre 23: 30 y 23: 50. Hope of deliverance, Maybe i´m
Amazed. Obladi obla da. y mi incursión con mis hermanos en una tardeada en
Cerrada de Guzmán, porque ni ellos ni Enrique Mejía ni Andrés Ríos daban la voz
aguda. Traía yo mi saco mao guinda. Todos bailan, es una cancioncilla simple
pero muy vital. Después o antes, no me acuerdo, And I love her (no de mi
preferencia, como de trío romántico, no muy roquera; en fin, esa es mi bronca).
La gente se para y canta frenética esta rolita histórica, aunque no me guste.
Aparece el ukelele (una especie de guitarrita medio folclórica) y la gente ya
sabe que por ahí viene el tributo a “mi hermanito George”. Surge, de pronto
Something, un diamante histórico. Uno de los momentos cumbres del rock y de la
noche. La versión es de antología.
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23: 50 aprox. Paul se va. Sabemos que regresará. Las
luces permanecen apagadas. Regresa y los gritos, ahora sí, se oyen hasta el
Zócalo. Saca la bandera de México y los miles de niños héroes anónimos en la
factoría, la escuela y el hogar se emocionan como con el gol de Cuauhtémoc
Blanco en Francia 98. Lady Madonna. Puedo ver (es un decir) a Joel y el Búho en
la Escuela de economía de la UNAM, proponiéndola como himno juvenil y
libertario, más allá de la letra. “¡Pa
pa pa pa. Children at your feet, Lady Madonna…!” Day Tripper,
impensable porque es como de arranque y no de cierre. De las que no pasan de
moda. The Beatles y los sueños que los acompañaron no han muerto.
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00 al final con todo y encores: La fantasía era
posible. sabíamos que se iba a acabar. El abuelo joven de setenta años cantaba
y se entregaba. Cachondeaba al público hablándole en español. Esperábamos el
cierre. Let it be. A Day in the life (que con esa me entierren), Give peace of
chance, más vigente que nunca en este país lleno de violencia. Lennon vivo,
Lennon, el tributo, el recuerdo, el hermano de Paul que mató un imbécil. No así
sus consignas, sueños, miedos y fantasías que la gente sigue cantando: “All we
are saying is give prace of chance…” (Todo lo que estamos diciendo es: dénle
una oportunidad a la paz)
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Yesterday. ¿De ésta qué digo, que no esté dicho? La
canción con mayor número de versiones en la historia de la música. ¿Algo más?
Todos la cantaron, quizá porque con ella aprendieron lecciones de inglés en la
secundaria. Enseguida, I saw here standing there, The Beatles más frescos que
nunca, no tan profundos ni místicos, pero desenfadados, vigorosos. Esa, hasta
me paré a bailarla. Luego Hey Jude. A mi juicio la mejor canción de Mc Cartney
y que le compuso a Julián el hijo de Lennon. La rola que no puede dejar de
cantar. ¿Qué adjetivo le pongo? No sé. Se oyó, como siempre, a toda con el coro
de todos, hasta los cubeteros (Cervezas, cervezas) Después, Golden slumbers,
Carry that weight and, The end. Eso, señor Mc Cartney es no tener conciencia.
Casi nos infartamos. tenga cuidado porque muchos somos viejitos no tan enteros
como usted. No. Qué bárbaro. La canción cierra con una especie de epitafio, en
el último álbum grabado por the Beatles: “And in the end, the love you take is
equal to the love you make” (Al final, el amor que te llevas es igual al amor
que haces). Eso se lleva Mc Cartney y Harrison y Lennon y Ringo. Hoy, Paul se
llevó todo. La noche lluviosa no apagó la voz del maestro y de sus miles de
fanáticos.
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Sí. Baby face la volvió a reventar. No sabemos si
tendremos la suerte de verlo una vez más en vivo. El tiempo ha sido generoso
con él y sus miles de seguidores, pero es tiempo, a fin de cuentas. God save…
Paul!!! God save The Beatles!!! Y, no, sólo creo en lo que veo, en lo que vi
anoche, en lo que he sentido por muchos años. Salud por la buena vibra, por la
buena música.