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sábado, 20 de noviembre de 2010

SI BIEN LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS VENCEDORES, LA LEYENDA LA ESCRIBE EL PUEBLO

EL SUEÑO DE PANCHO VILLA

JOSE T. CARDOZA OLIVAS

En el Capítulo VIII del libro, “México Insurgente”, escrito por John Reed, describe lo que se conoce como el “El sueño de Pancho Villa”, que ilustra la mentalidad del revolucionario mexicano y su deseo de convertir al país en una gran comunidad de trabajadores. Unos en el campo, otros en la ciudad; pero todos produciendo, trabajando,porque el trabajo así produce buenos ciudadanos”.

José Doroteo Arango Arámbula, mundialmente conocido como Pancho Villa, o el Centauro del Norte, fue un campesino, proscrito por las autoridades y fugitivo de la “justicia”, trabajo de albañil, minero, carnicero, comerciante, guerrillero y general de la División del Norte. Personaje ilustre, hombre de palabra, recto en el actuar, admirado como pocos por el pueblo humilde y trabajador; despreciado por los ricos y difamado por las víboras de la ultra derecha, unidos a los herederos de los hacendados porfiristas, los descendientes de los Terrazas y de los Creel, políticos y terratenientes enemigos de la clase trabajadora.

Sirva este texto para ilustrar y desmentir las falsas acusaciones de que Pancho Villa no sabía ni por que luchaba. Claro que sabía. Tal vez no tenía la soltura de un intelectual para escribir; pero con sus actos, con sus hechos era más claro y honesto que muchos de los que hoy lo critican o mal gobiernan el país. Hechos son amores, y las palabras se las lleva el viento.

Las primeras acciones que tomaba al llegar a un pueblo era ordenar que los alimentos llegaran a toda la población, abría escuelas y hospitales, y procuraba que los hombres que no tenían que combatir tuvieran en que ocuparse. Por eso el pueblo de México, el pueblo trabajador lo admira y no permite se borre su memoria como lo intentaron los gobiernos del PRI en Chihuahua, y en especial en Parral, lugar donde nací. Fue la lucha del pueblo que obligó al gobierno a retirar la campaña de infamia y a reconocerlo como el héroe que fue. Por eso hoy se celebran en mi tierra, en Parral, Chihuahua, las JORNADAS VILLISTAS. Por eso en el museo de Pancho Villa, está escrita con letra grande, enorme, el sentir del pueblo trabajador honesto: “Si bien la historia la escriben los vencedores, la leyenda la escribe el pueblo”

Cercano al 20 de julio de cada año se realizan las cabalgatas villistas desde el Paso, Texas, en el extremo norte del Estado, cruzan el puente para llegar a Juárez y desde ahí a Canutillo paso previo antes de llegar a Parral, al extremo sur del Estado, limítrofe con el Estado de Durango. Llegada la caravana Villista a Parral, en el mismo sitio donde fue asesinado, se representa la muerte de Villa. En el Hotel Hidalgo, también conocido como el Hotel de Villa, se realizan lecturas de textos, conferencias, proyecciones, etc. Toda la ciudad con grandes bailes, presentación de artistas, una auténtica fiesta popular, alegre, rebelde, orgullosa. Una festividad que influye en todos los pueblos y ciudades cercanas, en donde también se realizan actos cívicos para honrar la memoria del revolucionario que personifica lo mejor del movimiento revolucionario mexicano.

Pero mejor reproducimos el texto del periodista, escritor y activista nacido en Estados Unidos y egresado de la universidad de Harvard, John Reed. Uno de los pocos cronistas presenciales de la Revolución Mexicana

No deja de ser interesante conocer el apasionado ensueño, la quimera que anima a este luchador “ignorante," que no tiene bastante educación para ser presidente de México. Me lo dijo una vez con estas palabras:

"Cuando se establezca la nueva República, no habrá más ejército en México. Los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía. No puede haber dictador sin su ejército. Pondremos a trabajar al ejército. Serán establecidas en toda la República colonias militares, formadas por veteranos de la revolución. El Estado les dará posesión de tierras agrícolas y creará grandes empresas industriales para darles trabajo. Laborarán tres días de la semana y lo harán duro, porque el trabajo así produce buenos ciudadanos. En los otros días recibirán instrucción militar, la que a su vez, impartirán a todo el pueblo para enseñarlo a pelear. Entonces, cuando la Patria sea invadida, únicamente con tomar el teléfono desde el Palacio Nacional en la ciudad de México, en medio día se levantará todo el pueblo mexicano de sus campos y fábricas, bien armado, equipado y organizado para defender a sus hijos y a sus hogares. Mi ambición es vivir mi vida en una de esas colonias militares, entre mis compañeros a quienes quiero, que han sufrido tanto y tan hondo conmigo. Creo que desearía que el gobierno estableciera una fábrica para curtir cueros, donde pudiéramos hacer buenas sillas y frenos, porque sé cómo hacerlos; el resto del tiempo desearía trabajar en mi pequeña granja, criando ganado y sembrando maíz. Sería magnífico, yo creó, ayudar a hacer de México un lugar feliz.