ERRORES ORTOGRÁFICOS EN LA CONSTITUCIÓN
URGE SE CORRIJAN NO SÓLO LOS LIBROS DE TEXTO.
TAMBIÉN LA CONSTITUCIÓN.
José T. Cardoza Olivas
En 1917, nuestros
diputados Constituyentes, la mayoría de ellos sin licenciatura, gente sencilla
y trabajadora del pueblo publicaron la Constitución sin ningún error
ortográfico. Hoy en 2020, siendo la mayoría de nuestros diputados y senadores
licenciados, o con nivel de maestría, doctorado o pos doctorado redactan con
errores de ortografía y técnica jurídica.
Sin pretender ser un
experto en el idioma, solo cultura general, me permito señalar que, en la
Constitución Política de nuestro país, encontramos errores ortográficos de cuatro
tipos:
1) Errores ortográficos al utilizar palabras
que no existen en el diccionario de la Real Academia Española, y por no ser
utilizadas estas palabras en ningún otro medio.
2) Errores ortográficos con validez jurídica
real. Son palabras que NO existen en el diccionario de la Real Academia
Española, pero, son utilizadas por juristas y la Suprema Corte de Justicia de
la Nación en sus jurisprudencias, adquiriendo por ello, significado concreto y
valor legal pleno.
3) Errores ortográficos aparentes, con palabras
que los académicos escriben de manera diferente, pero que si existen como
palabras en el diccionario de la Real Academia Española.
4) Errores ortográficos que son más allá de un error de “teclazo” al
escribir
Otro ejemplo es la
palabra concesionamiento del artículo 28, párrafo 16.
** Un ejemplo del
segundo tipo de error, es la palabra definitividad (artículo 41, fracción VI)
que no existe en el diccionario de la Real Academia Española, pero si existe en
el lenguaje jurídico usual y en las jurisprudencias de la Suprema Corte. Por lo
que definitividad, si bien, puede ser un "error" ortográfico, tiene
pleno valor jurídico.
Este mismo “error” aparente lo podemos
confrontar en la misma Constitución Política que utiliza las dos palabras, concejo
y consejo. Con c y c, y c, s. además del señalado artículo 115,
I, 5p; y en el artículo 122, V y VI, c), 3p y 4p a) en donde se utilizan
concejo, concejales y concejos. Mientras que en entre otros muchos artículos,
entre ellos el 3 se utiliza la palabra consejo.
REFLEXIÓN PERSONAL: Considerando que el primer ayuntamiento
español que existió en México, fue el fundado por Hernán Cortes el 22 de abril
de 1519, al que se le dio el nombre de Villa Rica de la Vera Cruz (Veracruz),
todo conforme al derecho español vigente en esa época; y que el actual y
vigente artículo 115 Constitucional, fracción I, párrafo 5, rescata esta
tradición jurídica española, regulando la integración y funcionamiento del
municipio y su órgano de gobierno denominado ayuntamiento; y señalando el
diccionario antes mencionado, que la palabra concejo, significa:
2. m. ayuntamiento (‖ corporación
municipal). 3. m. municipio, concluimos que está bien utilizada la palabra
concejo.
El cuarto tipo de error, son los
aparentes errores de tecla, cuyo ejemplo lo encontramos en el Artículo 20, V. 2p. que
dice: “El Ministerio Público deberá garantizar
la protección de víctimas, ofendidos, testigos y en general todas los sujetos que intervengan en el proceso. Los jueces deberán vigilar el buen
cumplimiento de esta obligación;”
Error que, en el contexto de las
constantes notas de mujeres y hombres, en donde se habla de feministas, y un
sector considerable de la población se queja de que se está discriminando al
hombre, nadie ha reparado en este error de “tecla”. “TodAs los sujetos… De los anteriores errores, reiteramos que este aparente “teclazo”,
es difícil de creer, ya que, en el teclado normal, las letras a y la o
están a bastante distancia una de otra.
Con Peña Nieto, el
titular de la SEP, Emilio Chauyffet, prometió que corregiría los errores
ortográficos en los libros de texto; terminó este mal político, mentiroso al
extremo, y no hubo corrección alguna. Posteriormente lo sustituyó el “MAISTRO”
del no se “ler”, Enrique Nuño, y tampoco pasó nada.
Ojalá, ojalá, aun cuando
para un servidor, las promesas de mejorar la educación, suenan a una balandronada,
debería ser una realidad, corrigiendo no sólo los “HORRORES” ortográficos, sino
también los de técnica jurídica, y de nomenclatura.