“Cada dos años la SEP emite una convocatoria para que maestros que están en edad de retiro, pero que no se van por lo misérrimo de los dos esquemas de jubilación, tengan la oportunidad de ser aceptados en un programa de separación voluntaria que da una cantidad por antigüedad y por la plaza, que resarce en algo la pérdida que vas a sufrir. Pero ese programa no es para maestros que trabajan frente a grupo, por lo que pueden tomarlo sólo aquellos atrás de escritorio o haciendo labores lejos de la docencia. Pero los que tuvieron la “suerte” de ser aceptados están sufriendo la experiencia de que ya han corrido 90 días y no se les paga ni el salario ni la cantidad que promete el retiro. ¿De qué piensan las autoridades que van a vivir?
Profesor Benjamín Cortés Valadez, Escuela Normal Superior de México
R: Estimado Benjamín: ¿tú crees que les interesa su suerte a las autoridades?”
Reproducimos la carta de Javier Sicilia, padre de uno de los jóvenes asesinados en Cuernavaca, Morelos que está obteniendo una respuesta positiva y solidaria del pueblo cansado de la absurda guerra de Calderón y que para mañana miércoles 6 de abril de 2011 convocara a varias marchas simultaneas en diversas ciudades del país. Comunidad NORMAL SUPERIOR MÉXICO exige justicia y alto a la guerra sin sentido que ha ocasionado más de 40 mil muertes en poco más de 4 años de mal gobierno.
ESTAMOS HASTA LA MADRE...
(CARTA ABIERTA A LOS POLÍTICOS Y A LOS CRIMINALES)
Javier Sicilia
El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor.
No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.
Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.
De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.
Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.
Ustedes, “señores” políticos, y ustedes, “señores” criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: “Si no pueden, renuncien”. Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5:00 PM del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, “señores” políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, “señores” criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generado nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, “señores” políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, “señores” criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia.
No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos.
Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, “señores” políticos, y la crueldad de ustedes, “señores” criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma.
Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país.
Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.
Varios eran los problemas que se plantearon en las juntas de academia de la ENSM en Formación Cívica y Ética de agosto de 2010, juntas previas al inicio del año escolar de 2010-11. Dos eran los que llamaban la atención del conjunto de los académicos asistentes. Uno era la falla en el manejo de la normatividad según observación de la Anuies. Otro, la urgente recomendación sobre el manejo de las TIC, observación del ceneval.
En relación a la primera, solicité me dieran las materias relativas a normatividad, materias que siempre me han negado o me dan a modo y gusto del coordinador que satisface primero a sus “cuates”. Materias que son el origen de la recomendación de la anuies. Esto es una papa caliente y nadie del grupo afín a la dirección se siente en la disposición de enfrentarla porque no repercute en un ingreso económico; por eso, entre otras cosas, este semestre me han dado las materias que he solicitado, permitiendo con ello continuar el trabajo con mis alumnos, enfrentando lo que he llamado Resistencia Positiva.
En relación a las TIC, en esas juntas de agosto del 2010, reclamando un servidor la falta de una página web de la ENSM, la ausencia de un centro de computo digno de ese nombre que implica la sustitución de las maquinas “lentium” por “pentium”, la falta de internet, la falta de actualización del acervo bibliográfico en el museo del libro que las autoridades llaman “biblioteca”. Todo reflejo del poco interés de la dirección general por resolver la problemática de la ENSM, presenté a consideración de los profesores un blog para la especialidad de formación cívica y ética. Varios de los asistentes se sorprendieron ya que no esperaban una propuesta tan concluyente, siendo el resultado final la aprobación de mi propuesta.
El blog, gratuito, es muy parecido al de Comunidad NORMAL SUPERIOR MÉXICO que actualmente tiene un impresionante “record” con más de 10 mil visitas el pasado mes de marzo y más de 48 mil de junio de 2010 a la fecha, lo que refleja el manejo de las TIC y la respuesta de los normalistas.
Se incorporaban en el blog de cívica las herramientas, color, dinámica, texto, audio, video de la web de Comunidad. Desgraciadamente, la respuesta del grupo en el poder fue la clásica del burócrata: Por no ser propuesta del grupo “cívico” que se ha enquistado, el blog se ha dejado en el cajón del olvido. Miguel Ángel, el coordinador quien se comprometió a difundir e invitar a todos los miembros de la especialidad a colaborar, incluido el turno matutino, ha sido uno de los principales promotores del olvido. De Gonzalo, el director, sólo promesas y falta de compromiso.
Anticipando una vez más el absurdo bloqueo del grupo “cívico” en el poder, impulsé con todo vigor la tarea del manejo de las TIC con los alumnos del sexto semestre. Como ya mencione, de parte del total de los alumnos la respuesta inicial fue una resistencia natural al cambio. Una resistencia a dar un poco más de sí con la incorporación de las nuevas tecnologías a su quehacer, y naturalmente, el bloqueo sistemático del grupo “cívico” como denominan a los 4 profesores afines a la dirección y la respuesta conductual reflejada en el temor de los alumnos de caer en un desafío al grupo del poder, temor que se refleja en las palabras de un alumno: “yo quiero salir de la ENSM y no quiero que Conde y su grupo me bloquee.”
Construimos un acuerdo con el grupo: Elaborarían presentaciones en power point o películas de varios artículos de la Constitución. Además del manejo del texto Constitucional, me comprometía a enseñarles o aclarar el manejo correcto de estas nuevas tecnologías y ellos incorporarían movimiento, color, texto, imagen, sonido, con el aporte pedagógico que facilitara e hiciera ameno el contenido legal, que es muy árido, poniéndolo al alcance del educando de secundaria.
La tecnología no debe sustituir al docente, pero si puede complementar su labor. Por ello, los futuros normalistas deben incorporar y apropiarse de las TIC para elaborar su propio material, rebasando al “profesor-operario” de recursos y materiales ajenos, ya que por experiencia sabemos que la incapacidad de los directivos y su interés por privatizar y obtener ganancias, lleva a rebajar la calidad educativa.
Los trabajadores de la educación debemos apropiarnos de nuestra materia de trabajo ya que sólo nosotros somos capaces de sacar a la educación de la crisis en que la han hundido los neoliberales. Al respecto, recordemos que las escuelas nunca podrán funcionar sin maestros, sin trabajadores, pero si funcionan sin directivos, e incluso en muchas ocasiones funcionan mejor.
Los resultados iniciales fueron trabajos de mala calidad, el clásico cortar y pegar, nulo aporte pedagógico, ausencia de sonido, movimiento, etc.; pero esta resistencia al cambio fue vencida paulatinamente ante las recomendaciones de un servidor y la insistencia de que debían superar el simple papel del profesor y dar su propio aporte pedagógico en el largo camino de transformarse de alumnos en profesores y posteriormente en maestros.
Meses después, enorme satisfacción fue escuchar en clase los resultados de la semana de práctica. Los muchachos de cívica 6° semestre están orgullosos. Comentaban que se habían acordado mucho de mí. En broma les respondía que eso explicaba que me zumbaran tanto los oídos. Pero no, no eran recuerdos insanos, eran obstáculos vencidos, felicitaciones de parte de los maestros tutores, de los maestros en servicio en las secundarias por la calidad de sus exposiciones, que les pedían sus trabajos, en el obvio propósito de utilizarlos ellos como material propio.
Con orgullo, y una manifiesta alegría, que contrasta con el pesimismo al que están acostumbrados, reflejo de los “profesores del encuadre”, los alumnos de cívica esperan regresar a las escuelas, incluso planean vender el producto de su trabajo, con la confianza de que además de cubrir los recursos técnicos, cubre los requisitos del manejo de la información jurídica con calidad y su material será aceptado.
Hoy vemos con preocupación se haya cancelado el evento de las TIC en la ENSM que nos permitiría socializar nuestra experiencia docente y enriquecerla con el aporte de nuestros otros compañeros. Me preocupa se evite la publicidad de los resultados del trabajo académico, esperando la oportunidad del grupo afín a Gonzalo de presentarlo como un trabajo propio. Pirataje pues.
En esta labor de sutil apropiación del trabajo ajeno para “caravanear” con sombrero ajeno, hay varios casos similares. Uno de los más escandalosos es la carpeta de trabajo elaborada por la maestra Edith, la única de la ENSM con ponencias en los recientes congresos nacionales de educación, adscrita en la ENSM en Español del turno matutino, trabajo “duplicado” que hoy presentan como si fuere un producto de geografía.
Desgraciadamente la burocracia, Takagui, mi coordinador, y el actuar gris de Gonzalo, etc. que cancelaron el evento de las TIC, nuevamente como un muro se oponen al avance real y no a la simulación de los maestros del “encuadre”. Argumentan: No hay trabajos registrados y prometen realizar el evento de las TIC en junio con el regreso de los de 8° semestre. Otra promesa más, ya que en esa fecha los alumnos de 8° nada quieren saber que no sea de su titulación y egreso.
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Por qué estoy a favor de Zapata*
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Estoy a favor de Zapata. No a favor de Zapata como persona —no estoy a
favor de hombre alguno como persona—, sino de las cosas y la gente que
defiende Za...
orgullosamente ajeno al falso puritanismo academicista que sirve de mascara, de escudo, a un apoliticismo que justifica con el silencio cómplice, “apartidista”, la política neoliberal que atenta contra los derechos del pueblo a la educación científica, laica, gratuita y critica. heredero y continuador de la revolución mexicana
¿POR QUÉ SOCIALISMO? Durante décadas los guardianes del sistema capitalista han creado una imagen falsa del llamado genio de la humanidad, Albert Einstein: Lo presentan como un científico ajeno a la sociedad y a la política. Esto conviene a muchos intelectuales que pretenden justificar su “apoliticismo” diciendo de manera tramposa que ellos son científicos y por lo tanto apolíticos. Nada más lejano a la verdad. No hay ciencia que sea ajena a la sociedad, no hay ciencia imparcial. Reproducimos a continuación un artículo de Einstein que responde a la pregunta ¿Qué hacer para resolver los problemas de la humanidad? Su respuesta es clara y contundente, totalmente ajena al apoliticismo ramplón: El Socialismo. "¿Por qué socialismo?", artículo redactado de puño y letra por Albert Einstein fue publicado en 1949 en Monthly Review en New York cuando todavía vivía, y responde a los problemas sociales con magistral sabiduría, en momentos en que el capitalismo enseña toda su podredumbre y está en crisis mundial.
¿POR QUE SOCIALISMO? ¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí. Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social. Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro. En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad. Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: «¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?» Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida? Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples. El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la «sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra «sociedad». Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido —exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos. El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos. Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos— en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo. Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad. La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares. En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré «trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto. El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos. La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre» para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes. Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura. Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual. Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?