ALFREDO
VILLEGAS ORTEGA [1]
Correo Ilustrado de La Jornada [2]
La iniciativa
de reforma educativa presentada por Enrique Peña Nieto, como parte del pacto
con los partidos políticos más importantes del país, deja más dudas que
certezas.
Por un lado, es claro el mensaje de ir contra la lideresa del SNTE que
tanto daño ha hecho al país, y eso es algo que debe formalizarse hasta sus
últimas consecuencias, porque siempre fue el reclamo de miles de maestros
democráticos y de la misma sociedad. Mucho tiempo los poderes real y fácticos
la apoyaron. Ahora que les estorba hay que sacarla. Muy bien, pero surgen dos
preguntas: ¿quiénes son los beneficiarios de una reforma que, al menos en sus
primeras declaraciones, habla más de censos, evaluaciones y promociones poco
claras? ¿No eran, acaso, las propuestas de Mexicanos Primero?
Nunca aparecieron como ideas centrales las relativas a infraestructura,
salarios adecuados, presupuesto a normales, certeza laboral (y no trabajo,
literalmente con la daga en la yugular), reformas pedagógicas consensuadas
promotoras de transformaciones profundas y no sólo los maquillajes que
representan el pago de facturas para que todo siga igual, pero con otros
beneficiarios. ¿Será la educación una prioridad social o económica de grupos
que esperaban ansiosos que les fuera cedido todo el pastel? Habremos de estar
atentos.
Alfredo Villegas Ortega