Este 1° de mayo, es más urgente que nunca la unidad de los trabajadores.
Una obligación de todos los activistas sindicales honestos, de los militantes de las organizaciones revolucionarias es hacer a un lado el sectarismo disfrazado de teoría revolucionaria, hacer a un lado el protagonismo individualista, e impulsar una sola lucha unitaria. Ni una lucha aislada más.
Urge la UNIDAD. La unidad construida desde la base, la unidad en base a un programa que ponga por delante la justicia social, que impulse un gobierno de los trabajadores del campo y la ciudad para acabar con la miseria, con la explotación, la carestía y falta de derechos. A organizar un frente único construido desde la base.
La clase trabajadora exige a sus militantes honestos UNIDAD, y unitariamente todos debemos responder a este justo reclamo, exigiendo libertad a todos los presos políticos, solución favorable al SME, mineros de Cananeas, Fresnillo, Taxco, obreros de Olimpia, alto a la privatización de la seguridad social (IMSS-ISSSTE-INFONAVIT), solución a las demandas de los colonos pobres, de los campesinos, indígenas, minorías, jóvenes y estudiantes. Solución a las demandas de maestros, padres de familia y normalistas. Escuela y empleo para todos. Justicia a las víctimas de la narco-guerra entre empresarios por apoderarse de la producción, distribución y venta de drogas protegidos por los gobiernos y partidos políticos neoliberales. Castigo a los asesinos de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora, Pasta de Conchos, Coahuila, Chiapas, Oaxaca, etc.
Basta de discursos hipócritas sobre la ley SB 1070 de Arizona. No es con boicots o discursos como se solucionara el problema de los más de 14 millones de migrantes mexicanos, no es con discursos o promesas electorales como se solucionaran los problemas del pueblo mexicano. Es con empleo y salario digno en México. Esto se puede lograr dejando de pagar el fraude llamado FOBAPROA, obligando a pagar los impuestos que han evadido los archimillonarios con sus dobles y triples contabilidades, que paguen los impuestos los capitalistas en la bolsa de valores, expropiando las riquezas producto de la corrupción y violación de los derechos laborales. Reduciendo los salarios de los funcionarios, imponiendo como norma, que ningún funcionario gane más que un maestro de escuela. Que todos los puestos de elección sean revocables. Estas son medidas mínimas, pero indispensables.
Pretender solucionar la grave crisis que sufre el pueblo mexicano sin aplicar las medidas mínimas, sólo son discursos, palabras huecas que buscan desviar la verdadera solución de los problemas.
Desde Socialismo Revolucionario México (SRM) hacemos un fraternal llamado a la UNIDAD de todos los trabajadores del campo y la ciudad, y a que rindamos un digno homenaje a nuestros mártires forjando la UNIDAD, forjando el FRENTE UNICO CONSTRUIDO DESDE LA BASE, frente único que imponga un gobierno de trabajadores de la ciudad y del campo, único que garantizara la aplicación de las propuestas mínimas
SOCIALISMO REVOLUCIONARIO MÉXICO (SRM)
Nos veremos en el Hemicilo a Juárez a las 10 horas, para marchar de ahi al zócalo.
En Comunidad Normal Superior México, hemos insistido en la pésima educación que demuestran los egresados de escuelas privadas. La última prueba contundente la acaba de dar quien cobra como Secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, quien de manera escandalosa no supo definir correctamente lo que es democracia, inventando todo un rollo para justificar lo injustificable. Olvidando la Constitución y su obligación de respetarla como se comprometió al jurar el cargo de Secretario de Educación Pública.
El miércoles 28 de abril el diario La Jornada publicó una nota que revela la enorme ignorancia del actual Secretario de Educación Pública. Como antecedentes Alonso Lujambio es Licenciado en Ciencias Sociales por el ITAM, maestro y candidato a doctor en Ciencia Política por la Universidad de Yale, una universidad yanqui de las más caras del mundo, articulista de varios medios de derecha, entre ellos Nexos, Este País y del periódico Reforma. Imparte las asignaturas de Introducción a la Ciencia Política, y Política Comparada II en el ITAM. Fue consejero ciudadano del Instituto Federal Electoral de 1997 a 2003, de donde, fue nombrado por Vicente Fox Presidente del Instituto Federal de Acceso a la Información. En 2004 participó, junto con un grupo de expertos en materia electoral de la ONU, en la elaboración de las bases del sistema electoral de Irak. El 6 de abril de 2009 fue designado por Felipe Calderón titular de la Secretaria de Educación Pública (SEP), tres meses después, el 25 de julio de 2009, Lujambio se afilió al partido de la derecha radical (PAN). Entre sus obras destacan “El poder compartido. Un ensayo sobre la democratización mexicana”, “Gobiernos divididos en la Federación Mexicana”. “Federalismo y Congreso en el cambio político de México” y “La democracia indispensable. Ensayos sobre la historia del Partido Acción Nacional”.
Lujambio olvidando que al asumir como servidor público debe dejar de lado su ideología de derecha extremista y radical (PAN), está obligado a respetar la Constitución Política, que define perfectamente a la democracia en su artículo Tercero, fracción II, inciso a), que dice textualmente:
Artículo 3º, II. a) Será democrático, considerando a la DEMOCRACIA no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
Es conocimiento básico, mínimo para cualquier pasante de derecho, que, conforme a la Constitución, la democracia no puede dividirse. Está integrada por dos partes inseparables, la parte política y la del progreso constante, es decir lo político y la justicia social son algo indivisible, inseparables. Presentar una sin la otra es cercenar, violar la Constitución y los derechos del pueblo.
Nuestros abuelos no se dejaron embaucar con la falsa promesa de que la democracia es votar y ser votado, que los diputados y senadores discutan y que el pueblo acate sus leyes. Esa falsedad, esa mentira la rechazaron, por ello, nuestros abuelos impusieron en la Constitución que los políticos para concursar y pedir el voto popular deben hacerlo por una plataforma electoral en donde se comprometan a impulsar el mejoramiento del pueblo y no de las familias de los políticos. El respeto al voto y la discusión en el Parlamento, sin justicia social no es democracia. Si la democracia es para el pueblo, no hay democracia sin justicia social.
Si aplicamos la prueba enlace a Lujambio la reprueba. Eso no es novedad, lo escandaloso es la nota.
Reproducimos textualmente el artículo del diario La Jornada, en donde se aprecia o la ignorancia o la violación de la Constitución del egresado de escuelas particulares que cobra como Secretario de Educación Pública:
“LA DEMOCRACIA NO PRECISA JUSTICIA SOCIAL NI DISTRIBUCIÓN EQUITATIVA DE LA RIQUEZA, AFIRMA
EL EXCESO DE CRÍTICA AL GOBIERNO PUEDE DAÑAR EL DESARROLLO DEL PAÍS: LUJAMBIO
MÉXICO ESTÁ EN UN MOMENTO DE INFLEXIÓN PORQUE NO APRECIAMOS NUESTRA VIDA DEMOCRÁTICA
Ángeles Mariscal, La Jornada, Miércoles 28 de abril de 2010, p. 48
Tuxtla Gutiérrez, Chis., 27 de abril. Para que exista democracia no se requiere justicia social ni distribución equitativa de la riqueza, aunque deben buscarse esos factores, sostuvo Alonso Lujambio, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ante cientos de jóvenes universitarios.
El exceso de crítica al gobierno mexicano puede afectar el desarrollo del país, dijo además durante la conferencia Los jóvenes y la democracia, y luego al inaugurar las Jornadas federales de información.
Con el propósito de establecer la idea de que la democracia se logró en México a partir de 2000, cuando por vez primera el Partido Acción Nacional obtuvo la Presidencia de la República, manifestó: Es un concepto estrictamente político y nos conviene a todos sumarnos para no crear confusión conceptual. La democracia es política, no social ni económica. Es un método de deliberación, donde el método democrático político es lo importante.
El funcionario federal puso de ejemplo contrario al gobierno de Cuba, del cual aseveró: “promueve la justicia social, pero eso no lo hace democrático. Regímenes comunistas lucharon por la justicia social, pero eso no los hace democráticos. Cuba es un sistema político autoritario que promueve la justicia social.
Puede haber justicia social y redistribución económica de la riqueza, todo eso puede ser deseable, pero ello no constituye la democracia. La democracia es un asunto estrictamente político, es una construcción humana perfectible.
En México, sostuvo, estamos en un momento de inflexión de nuestra vida democrática, porque no apreciamos nuestra democracia, porque el régimen no democrático que vivimos muchos años fue muy popular. En ese sentido, destacó: el exceso de crítica puede afectar el actual desarrollo del país.
Lujambio subrayó que, a pesar de vivir en una democracia, ésta no funciona bien a consecuencia del sistema de partidos. Hay en la ciudadanía un sentimiento de cuestionamiento hacia la democracia mexicana, debido a que acaparan las candidaturas y los ciudadanos no se sienten representados.
El titular de la SEP defendió los 10 puntos de la iniciativa de reforma política propuesta por el gobierno de Felipe Calderón, entre ellas la reelección y la iniciativa ciudadana.”
Pensar que para obtener una plaza un egresado normalista debe acreditar las asignaturas de la licenciatura correspondiente, aprobar el examen profesional y someterse a la humillación de un examen para tener el derecho a la plaza, en donde recibirá un salario miserable, con prestaciones del ISSSTE disminuidas. Mientras que siendo un niño bonito o “junior” se estudia en el ITAM, Ibero, Libre de Derecho, Tec de Monterrey, Yale, Osford, etc. y se cobra millones aun siendo un ignorante.
Hoy nos atrevemos a exigir. Ningún egresado de escuela particular debe asumir como funcionario público si no pasa el examen de conocimientos mínimos.
Partiendo de que la unidad es la que aglutina a las diferentes ideologías, movimientos, manifestaciones, en pro de la lucha reivindicatoria de la desigualdad social, falta de justicia, pobreza, violencia en lo extremo, falta de trabajo, masas de trabajadores despedidos injustamente por acaparamiento de la elite del poder en turno. Socialismo Revolucionario, hace un llamado a la unidad, aquella que nos solidariza, aquella que combate males sociales a favor de los desprotegidos, del trabajador clasista, dígase obrero, minero, trabajador asalariado, campesino, colono, indígena, migrante, …ley ISSSTE, mineros de Cananea, Fresnillo y Taxco, SME, obreros de Olimpia, etc., todos por la defensa del trabajo como patrimonio social, sustento familiar, lejos de la violencia, integridad de nuestros niños y estudiantes resguardados en contextos sanos, etc... Urge que se definan todos los actores en este quehacer reivindicador, su esencia, y acción de lucha... porque también tienen que dar la cara... de cara a la razón en las diferentes luchas sociales y hacerla una sola ...a favor de todos los mexicanos ...tanta impunidad, tanto dopaje y depradaje no pueden hacer tanto daño ¿...cuando se había visto y sentido tanta escases de humanismo? saludos fraternales...
La Comunidad ENSM en defensa del normalismo, la educación pública laica, gratuita y científica
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Por qué estoy a favor de Zapata*
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Estoy a favor de Zapata. No a favor de Zapata como persona —no estoy a
favor de hombre alguno como persona—, sino de las cosas y la gente que
defiende Za...
orgullosamente ajeno al falso puritanismo academicista que sirve de mascara, de escudo, a un apoliticismo que justifica con el silencio cómplice, “apartidista”, la política neoliberal que atenta contra los derechos del pueblo a la educación científica, laica, gratuita y critica. heredero y continuador de la revolución mexicana
¿POR QUÉ SOCIALISMO? Durante décadas los guardianes del sistema capitalista han creado una imagen falsa del llamado genio de la humanidad, Albert Einstein: Lo presentan como un científico ajeno a la sociedad y a la política. Esto conviene a muchos intelectuales que pretenden justificar su “apoliticismo” diciendo de manera tramposa que ellos son científicos y por lo tanto apolíticos. Nada más lejano a la verdad. No hay ciencia que sea ajena a la sociedad, no hay ciencia imparcial. Reproducimos a continuación un artículo de Einstein que responde a la pregunta ¿Qué hacer para resolver los problemas de la humanidad? Su respuesta es clara y contundente, totalmente ajena al apoliticismo ramplón: El Socialismo. "¿Por qué socialismo?", artículo redactado de puño y letra por Albert Einstein fue publicado en 1949 en Monthly Review en New York cuando todavía vivía, y responde a los problemas sociales con magistral sabiduría, en momentos en que el capitalismo enseña toda su podredumbre y está en crisis mundial.
¿POR QUE SOCIALISMO? ¿Debe quien no es un experto en cuestiones económicas y sociales opinar sobre el socialismo? Por una serie de razones creo que sí. Permítasenos primero considerar la cuestión desde el punto de vista del conocimiento científico. Puede parecer que no haya diferencias metodológicas esenciales entre la astronomía y la economía: los científicos en ambos campos procuran descubrir leyes de aceptabilidad general para un grupo circunscrito de fenómenos para hacer la interconexión de estos fenómenos tan claramente comprensible como sea posible. Pero en realidad estas diferencias metodológicas existen. El descubrimiento de leyes generales en el campo de la economía es difícil porque la observación de fenómenos económicos es afectada a menudo por muchos factores que son difícilmente evaluables por separado. Además, la experiencia que se ha acumulado desde el principio del llamado período civilizado de la historia humana —como es bien sabido— ha sido influida y limitada en gran parte por causas que no son de ninguna manera exclusivamente económicas en su origen. Por ejemplo, la mayoría de los grandes estados de la historia debieron su existencia a la conquista. Los pueblos conquistadores se establecieron, legal y económicamente, como la clase privilegiada del país conquistado. Se aseguraron para sí mismos el monopolio de la propiedad de la tierra y designaron un sacerdocio de entre sus propias filas. Los sacerdotes, con el control de la educación, hicieron de la división de la sociedad en clases una institución permanente y crearon un sistema de valores por el cual la gente estaba a partir de entonces, en gran medida de forma inconsciente, dirigida en su comportamiento social. Pero la tradición histórica es, como se dice, de ayer; en ninguna parte hemos superado realmente lo que Thorstein Veblen llamó «la fase depredadora» del desarrollo humano. Los hechos económicos observables pertenecen a esa fase e incluso las leyes que podemos derivar de ellos no son aplicables a otras fases. Puesto que el verdadero propósito del socialismo es precisamente superar y avanzar más allá de la fase depredadora del desarrollo humano, la ciencia económica en su estado actual puede arrojar poca luz sobre la sociedad socialista del futuro. En segundo lugar, el socialismo está guiado hacia un fin ético-social. La ciencia, sin embargo, no puede establecer fines e, incluso menos, inculcarlos en los seres humanos; la ciencia puede proveer los medios con los que lograr ciertos fines. Pero los fines por sí mismos son concebidos por personas con altos ideales éticos y —si estos fines no son endebles, sino vitales y vigorosos— son adoptados y llevados adelante por muchos seres humanos quienes, de forma semi-inconsciente, determinan la evolución lenta de la sociedad. Por estas razones, no debemos sobrestimar la ciencia y los métodos científicos cuando se trata de problemas humanos; y no debemos asumir que los expertos son los únicos que tienen derecho a expresarse en las cuestiones que afectan a la organización de la sociedad. Muchas voces han afirmado desde hace tiempo que la sociedad humana está pasando por una crisis, que su estabilidad ha sido gravemente dañada. Es característico de tal situación que los individuos se sienten indiferentes o incluso hostiles hacia el grupo, pequeño o grande, al que pertenecen. Como ilustración, déjenme recordar aquí una experiencia personal. Discutí recientemente con un hombre inteligente y bien dispuesto la amenaza de otra guerra, que en mi opinión pondría en peligro seriamente la existencia de la humanidad, y subrayé que solamente una organización supranacional ofrecería protección frente a ese peligro. Frente a eso mi visitante, muy calmado y tranquilo, me dijo: «¿Por qué se opone usted tan profundamente a la desaparición de la raza humana?» Estoy seguro de que hace tan solo un siglo nadie habría hecho tan ligeramente una declaración de esta clase. Es la declaración de un hombre que se ha esforzado inútilmente en lograr un equilibrio interior y que tiene más o menos perdida la esperanza de conseguirlo. Es la expresión de la soledad dolorosa y del aislamiento que mucha gente está sufriendo en la actualidad. ¿Cuál es la causa? ¿Hay una salida? Es fácil plantear estas preguntas, pero difícil contestarlas con seguridad. Debo intentarlo, sin embargo, lo mejor que pueda, aunque soy muy consciente del hecho de que nuestros sentimientos y esfuerzos son a menudo contradictorios y obscuros y que no pueden expresarse en fórmulas fáciles y simples. El hombre es, a la vez, un ser solitario y un ser social. Como ser solitario, procura proteger su propia existencia y la de los que estén más cercanos a él, para satisfacer sus deseos personales, y para desarrollar sus capacidades naturales. Como ser social, intenta ganar el reconocimiento y el afecto de sus compañeros humanos, para compartir sus placeres, para confortarlos en sus dolores, y para mejorar sus condiciones de vida. Solamente la existencia de estos diferentes y frecuentemente contradictorios objetivos por el carácter especial del hombre, y su combinación específica determina el grado con el cual un individuo puede alcanzar un equilibrio interno y puede contribuir al bienestar de la sociedad. Es muy posible que la fuerza relativa de estas dos pulsiones esté, en lo fundamental, fijada hereditariamente. Pero la personalidad que finalmente emerge está determinada en gran parte por el ambiente en el cual un hombre se encuentra durante su desarrollo, por la estructura de la sociedad en la que crece, por la tradición de esa sociedad, y por su valoración de los tipos particulares de comportamiento. El concepto abstracto «sociedad» significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores. El individuo puede pensar, sentirse, esforzarse, y trabajar por sí mismo; pero él depende tanto de la sociedad —en su existencia física, intelectual, y emocional— que es imposible concebirlo, o entenderlo, fuera del marco de la sociedad. Es la «sociedad» la que provee al hombre de alimento, hogar, herramientas de trabajo, lenguaje, formas de pensamiento, y la mayoría del contenido de su pensamiento; su vida es posible por el trabajo y las realizaciones de los muchos millones en el pasado y en el presente que se ocultan detrás de la pequeña palabra «sociedad». Es evidente, por lo tanto, que la dependencia del individuo de la sociedad es un hecho que no puede ser suprimido —exactamente como en el caso de las hormigas y de las abejas. Sin embargo, mientras que la vida de las hormigas y de las abejas está fijada con rigidez en el más pequeño detalle, los instintos hereditarios, el patrón social y las correlaciones de los seres humanos son muy susceptibles de cambio. La memoria, la capacidad de hacer combinaciones, el regalo de la comunicación oral han hecho posible progresos entre los seres humanos que son dictados por necesidades biológicas. Tales progresos se manifiestan en tradiciones, instituciones, y organizaciones; en la literatura; en las realizaciones científicas e ingenieriles; en las obras de arte. Esto explica que, en cierto sentido, el hombre puede influir en su vida y que puede jugar un papel en este proceso el pensamiento consciente y los deseos. El hombre adquiere en el nacimiento, de forma hereditaria, una constitución biológica que debemos considerar fija e inalterable, incluyendo los impulsos naturales que son característicos de la especie humana. Además, durante su vida, adquiere una constitución cultural que adopta de la sociedad con la comunicación y a través de muchas otras clases de influencia. Es esta constitución cultural la que, con el paso del tiempo, puede cambiar y la que determina en un grado muy importante la relación entre el individuo y la sociedad como la antropología moderna nos ha enseñado, con la investigación comparativa de las llamadas culturas primitivas, que el comportamiento social de seres humanos puede diferenciar grandemente, dependiendo de patrones culturales que prevalecen y de los tipos de organización que predominan en la sociedad. Es en esto en lo que los que se están esforzando en mejorar la suerte del hombre pueden basar sus esperanzas: los seres humanos no están condenados, por su constitución biológica, a aniquilarse o a estar a la merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos. Si nos preguntamos cómo la estructura de la sociedad y de la actitud cultural del hombre deben ser cambiadas para hacer la vida humana tan satisfactoria como sea posible, debemos ser constantemente conscientes del hecho de que hay ciertas condiciones que no podemos modificar. Como mencioné antes, la naturaleza biológica del hombre es, para todos los efectos prácticos, inmodificable. Además, los progresos tecnológicos y demográficos de los últimos siglos han creado condiciones que están aquí para quedarse. En poblaciones relativamente densas asentadas con bienes que son imprescindibles para su existencia continuada, una división del trabajo extrema y un aparato altamente productivo son absolutamente necesarios. Los tiempos —que, mirando hacia atrás, parecen tan idílicos— en los que individuos o grupos relativamente pequeños podían ser totalmente autosuficientes se han ido para siempre. Es solo una leve exageración decir que la humanidad ahora constituye incluso una comunidad planetaria de producción y consumo. Ahora he alcanzado el punto donde puedo indicar brevemente lo que para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro tiempo. Se refiere a la relación del individuo con la sociedad. El individuo es más consciente que nunca de su dependencia de sociedad. Pero él no ve la dependencia como un hecho positivo, como un lazo orgánico, como una fuerza protectora, sino como algo que amenaza sus derechos naturales, o incluso su existencia económica. Por otra parte, su posición en la sociedad es tal que sus pulsiones egoístas se están acentuando constantemente, mientras que sus pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente. Todos los seres humanos, cualquiera que sea su posición en la sociedad, están sufriendo este proceso de deterioro. Los presos a sabiendas de su propio egoísmo, se sienten inseguros, solos, y privados del disfrute ingenuo, simple, y sencillo de la vida. El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad. La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal. Vemos ante nosotros a una comunidad enorme de productores que se están esforzando incesantemente privándose de los frutos de su trabajo colectivo —no por la fuerza, sino en general en conformidad fiel con reglas legalmente establecidas. A este respecto, es importante señalar que los medios de producción —es decir, la capacidad productiva entera que es necesaria para producir bienes de consumo tanto como capital adicional— puede legalmente ser, y en su mayor parte es, propiedad privada de particulares. En aras de la simplicidad, en la discusión que sigue llamaré «trabajadores» a todos los que no compartan la propiedad de los medios de producción — aunque esto no corresponda al uso habitual del término. Los propietarios de los medios de producción están en posición de comprar la fuerza de trabajo del trabajador. Usando los medios de producción, el trabajador produce nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista. El punto esencial en este proceso es la relación entre lo que produce el trabajador y lo que le es pagado, ambos medidos en valor real. En cuanto que el contrato de trabajo es «libre», lo que el trabajador recibe está determinado no por el valor real de los bienes que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la demanda de los capitalistas de fuerza de trabajo en relación con el número de trabajadores compitiendo por trabajar. Es importante entender que incluso en teoría el salario del trabajador no está determinado por el valor de su producto. El capital privado tiende a concentrarse en pocas manos, en parte debido a la competencia entre los capitalistas, y en parte porque el desarrollo tecnológico y el aumento de la división del trabajo animan la formación de unidades de producción más grandes a expensas de las más pequeñas. El resultado de este proceso es una oligarquía del capital privado cuyo enorme poder no se puede controlar con eficacia incluso en una sociedad organizada políticamente de forma democrática. Esto es así porque los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Por otra parte, bajo las condiciones existentes, los capitalistas privados inevitablemente controlan, directa o indirectamente, las fuentes principales de información (prensa, radio, educación). Es así extremadamente difícil, y de hecho en la mayoría de los casos absolutamente imposible, para el ciudadano individual obtener conclusiones objetivas y hacer un uso inteligente de sus derechos políticos. La situación que prevalece en una economía basada en la propiedad privada del capital está así caracterizada en lo principal: primero, los medios de la producción (capital) son poseídos de forma privada y los propietarios disponen de ellos como lo consideran oportuno; en segundo lugar, el contrato de trabajo es libre. Por supuesto, no existe una sociedad capitalista pura en este sentido. En particular, debe notarse que los trabajadores, a través de luchas políticas largas y amargas, han tenido éxito en asegurar una forma algo mejorada de «contrato de trabajo libre» para ciertas categorías de trabajadores. Pero tomada en su conjunto, la economía actual no se diferencia mucho de capitalismo «puro». La producción está orientada hacia el beneficio, no hacia el uso. No está garantizado que todos los que tienen capacidad y quieran trabajar puedan encontrar empleo; existe casi siempre un «ejército de parados». El trabajador está constantemente atemorizado con perder su trabajo. Desde que parados y trabajadores mal pagados no proporcionan un mercado rentable, la producción de los bienes de consumo está restringida, y la consecuencia es una gran privación. El progreso tecnológico produce con frecuencia más desempleo en vez de facilitar la carga del trabajo para todos. La motivación del beneficio, conjuntamente con la competencia entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad en la acumulación y en la utilización del capital que conduce a depresiones cada vez más severas. La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a esa amputación de la conciencia social de los individuos que mencioné antes. Considero esta mutilación de los individuos el peor mal del capitalismo. Nuestro sistema educativo entero sufre de este mal. Se inculca una actitud competitiva exagerada al estudiante, que es entrenado para adorar el éxito codicioso como preparación para su carrera futura. Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales. En una economía así, los medios de producción son poseídos por la sociedad y utilizados de una forma planificada. Una economía planificada que ajuste la producción a las necesidades de la comunidad, distribuiría el trabajo a realizar entre todos los capacitados para trabajar y garantizaría un sustento a cada hombre, mujer, y niño. La educación del individuo, además de promover sus propias capacidades naturales, procuraría desarrollar en él un sentido de la responsabilidad para sus compañeros-hombres en lugar de la glorificación del poder y del éxito que se da en nuestra sociedad actual. Sin embargo, es necesario recordar que una economía planificada no es todavía socialismo. Una economía planificada puede estar acompañada de la completa esclavitud del individuo. La realización del socialismo requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles: ¿cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?